9 may 2010

Pimientos a más de 4 €/kg; para ponerse colorado


Ni se le ocurra decir aquello de “me importa un pimiento”, porque el capsicum annum se ha puesto a precio de angula de Usúrbil, allá donde está el barrio de Aguinaga, en la ribera del Oria, donde en sus sidrerías se servía. Y sí, sí que debe importarle un pimiento el precio del idem. A pesar de que está hueco, te venden hasta el aire; en el queso “de agujeros” lo llegas a entender, pero en el invento boliviano, creanme, no. ¡Más de cuatro euros el kilo, en tenducho a pie de casa!; ¿dónde vamos a ir a parar? Cuatro euros por aire envuelto en un poco de pulpa coloreada.

El caso es que uno tira de información agraria y el kilo, con Europa barrida por el frío e Israel que se ha quedado a contramano, resulta que en origen, por eso, está a 1’03 €/kilo, que ya es estar, a 25 céntimos por bicho, pues cada bicho ronda los 250 gramos de media, dicen las estadísticas. Ya saben: uno se come el pollo y a otro no le llega ni el esqueleto pollastril… y los dos han comido.

Hace años que no oigo los lamentos de mi abuela, después de poner a caldo al corredor de turno, sobre los precios del agro, pero hay alguien que se gana el pan con el sudo de frente ajena. Porque traer unos kilos de hortalizas de la Vega Baja (me dicen que son de allí) a Benidorm no puede repercutir en esa medida en el precio final.

Pero aquí, como mi abuela, la protesta en inter-familias; no sale a la calle. La subida es… hechos consumados.

Un argentino, que regenta un vodevil a modo de supermercado, me decía un verano de éstos que no entendía a los españoles; nos subían unos céntimos la baguette y le protestábamos a él y no a quien lo permite. En Argentina, decía, por menos nos echamos a la calle. Pero bueno, la cosa es que a un lado y otro del Atlántico, una postura y otra, sirven para lo mismo. Maestroarmero.com está deshabilitada y a pesar de ello seguimos enviando todas las quejas.

Colón lo trajo de América en 1493 y… no lo comenzamos a cultivar hasta mediada la centena de 1700, en medio de una hambruna colosal. Luego fue el ¡sustituto! de la pimienta. ¡Qué gente la de entonces! Bueno, es que los primeros eran picantes. Luego se pusieron a darle a la tablita de Mendel y ahí tenemos ese engendro rojo, verde o amarillo…

No entiendo que nos pongan el pimiento a cuatro euros el kilo, cuando el agricultor ha llegado a ver uno y ha hecho todo el esfuerzo y ha pasado los sinsabores. ¡A las barricadas!; esto me hace ponerme “colorado” de ira, aunque parezca mentira. A esos precios uno llega a poder asimilar que la señora Areal sacara un billete de 200 euros para comprar una lechuga. A este paso.

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