3 dic 2010

El "inglé"; el mío y el de Zetapé

¿Se acuerdan de aquél…? ¡No!, por favor, otro chiste no.

Pero les sitúo: era el de la extranjera que en la España de los sesenta pregunta al labriego, al borde de la carretera, por dónde ir a algún lugar de la costa sin hallar respuesta. No se entendieron, y el hijo, que había asistido como convidado de piedra a la escena, le señala al padre la importancia de saber idiomas. ¡Pues para lo que le ha servido a ella!, fue la respuesta del padre.

En la España que cierra la primera década del XXI estamos casi igual que en aquél entonces, a pesar de los esfuerzos de las Administraciones educativas en potenciar la enseñanza del inglés. Confieso que he oído a profesores con la misma pronunciación cheyenne que yo… y así nos va.

Pero como sucede siempre, siempre encontramos uno peor. Y eso nos consuela.

¡Cielos, mi inglés es como el de ZP!

El idioma extranjero, el inglés (el inglé) es el sino de los presidentes del Gobierno de España… y el mío propio.

Lo mío tiene cierta excusa: son cosas mías. Idiosincrasia particular.

Por ejemplo: sitúense en estas dos ocasiones que ilustran mi relación con la lengua de Shakespeare.

A) Copenhague, puerto viejo, pub hipermajo. Me dirijo a la camarera y le digo, con angelical sonrisa, un tal que “chu Carlsberg, please”. Y la chica me echa un sermón de dos minutos señalando los tiradores de cerveza. Yo repito “la comanda” y ella me repite su “discurso”. Un chileno, compañero de barra, me traduce: “Hoy es el ‘Día Tuborg’ y sirven dos por una… en Tuborg; la camarera le está informando”. Vale, “chu Tuborg, please”. Pero, ¿no hubiera sido más fácil, interpretando mi sutil slag apache, habérmelas puesto sin más? Para las veces que voy a volver por aquél pub…

B) Londres, HRC, de noche (era la del 24 de diciembre, por más señas, Nochebuena por estos pagos pero allí sólo es la antesala del Día de Navidad). En el HRC nos dan mesa, en ambiente de fiesta, después de 6 cócteles y dos cervezas en la barra. Cuando se ilumina el tabletón aquél de la reserva me abandona la familia, como si les persiguiera el diablo, para ir a la mesa en cuestión, y yo, en la barra, le suelto al camata un tal que así: “Sen de ticket to de teibol”. Aquél chaval me mira con incredulidad y me suelta un discurso, que no veas, con una amplísima sonrisa final. Por dos veces la misma conversación de besugos. Harto, me esperaban en la mesa, le di tarjeta para que se cobrara. Me miró incrédulo, y volvió a soltarme un speach que no veas. Yo en mis trece, señalando la tarjeta y… él suspiró, tocó la campana, se subió a la barra y voceó algo. Descojone general del HRC de Londres; me aplaudían desde todos los rincones de la sala. Atónito e hipermosqueado agradecí ser rescatado por la familia, iracunda, que me recriminaba: “te estaba invitando por ser Nochebuena”. Bueno, reconozco que primero me había algo de “uan paun”, que tampoco entendí. Aquel “camata”, que hablaba perfecto español de Guatemala (luego vino a la mesa a confraternizar y contarnos aventuras centroamericanas… e invitarnos a más cosas, terminando por hablar largo y tendido de Benidorm), ganaba al año siguiente el Festival de la Canción de Benidorm, con un empalagoso y pegadizo tema, bajo el nombre de Gay Swing… y nos reconoció en el Parque de l’Aigüera. Bueno, me reconoció a mí; no fue para menos aquella Nochebuena londinense en el HRC.

Y a lo que iba. El inglé de Zetapé.

La otra noche, en Trípoli (cumbre UE-África), ZP le suelta, en plan gracieta hiperamistosa, a su homólogo Abbas El Fassi -primer ministro marroquí con el que, caprichos del destino, compartía otra vez mesa, y con una de sus maravillosas sonrisas- un tal que “alguais Marruecos” (Always Marruecos)… y El Fassi que le mira perplejo… y ¡¡hay que recurrir al intérprete para que traduzca!! y traslade “güel alguais jave Marruecos” (we’ll always have Marruecos, parece que pronunció el intérprete) con lo que El Fassi ya reaccionó. ¡Siempre Marruecos!, y no Morocco.

Pero no sé cómo reaccionó. Ni periódicos ni confidenciales cuentan la reacción. Parece que se me sorprendieron ya con el inicio de la conversación y no salieron de su asombro los sentados a la mesa. El caso es que fue cosa de un micrófono indiscreto, pero compartieron el ágape. No consta que se les indigestara a ninguno de los dos la cena.

Y no es la primera vez que hay problemas con el inglé de Zetapé. Por ejemplo, hay otra en la que ZP le dijo a Chirac (Monsieur Iraq, que también tiene lo suyo este gabacho) y al teutón Schroedar que FGeveryday, bonsai”, por un “ahora, se dedica todo el día a sus bonsáis”. Y hubo que recurrir también al intérprete.

No hay constancia de que Marruecos quiera replantearse sus relaciones con España por cuestiones de traslación idiomática de buenas palabras, pero…

De Aznar/Ànsar hay varias por ahí. Así nos va.

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