21 dic 2010

El talib de La Línea, el clima “frío” y el jamón de Trevélez.

El talib que nos ocupa es un menor de armas tomar. Iba a clase al IES Menéndez Tolosa de La Línea de la Concepción. Iba, porque ya no va. Y eso que en el IES ya se habían bajado los pantalones con lo de los bocadillos en la cantina y cuantos remilgos había dispuesto su puñetera familia. Lo suyo, cuestionar el jamón, no tiene nombre; lo suyo, denunciar al profesor por acoso –por poner el jamón como ejemplo- merece que se coloque a toda su familia más allá de la verja… de Melilla, que es dónde deben estar. Menuda educación le están endilgando su papi y su mami al chavea. Así nos va.

Estoy de los islamitas intransigentes hasta las gónadas.

Ahora mismo me debato en una duda existencial; no sé si gritar aquello de ¡Desperta Ferro!, o lo muy manido de ¡Santiago y Cierra España! Me siento muy almogávar y tiraré por lo primero, pero es que ¡manda huevos! que admitieran la denuncia de acoso.

Insisto, al chico y su familia, a fer la mar; y al profesor un toque de atención. Poner como ejemplo de clima frío al de Trevélez que es mediterráneo de alta montaña (10ºC de temperatura media anual) es tener los cojones muy cuadrados o una idea muy justita de climatología… y con ejemplos así cualquiera de sus alumnos me puede llegar a presidente de Gobierno y meternos en un pozo más gordo que en el que estamos.

Al profesor, no obstante, mi más sincero apoyo… y un toquecito en los cataplines. Se va a acordar todos los días de su vida de lo que es un clima frío, aunque los productores de jamón de Trevélez le vayan a enviar un jamón, en agradecimiento. Debo destacar que el profesor que nos ocupa es un gaditano sanroqueño, licenciado en Geografía e Historia (más en esto último, presumo), que ha conseguido numerosos premios literarios, y que es un personaje en el mundo de la cultura andaluza; en el de la cultura, que no en el de la climatología y sus ejemplos. Insisto, todo mi apoyo, pero que mejore los ejemplos en materia de geografía.

Y… ¡viva el jamón!, le duela a quien le duela.

Hasta ahí podíamos llegar. En estos momentos, con estas noticias, es cuando uno duda entre si tirarse al monte o… a la Pili… Y, claro, termina encamado con ésta última. Pero, tras cumplir, nos da por enarbola la bandera patria del jamón. Es que a la bandera de España, ya que le han quitado el águila de San Juan, y los retazos de historia que le acompañaban, deberían ponerle por el anverso el toro de Osborne y en el reverso un jamón...¿de Trevélez?

Y la verdad, no se me olvida el ejemplo puesto por el profe. Hay que hacerle justicia a la cosa. Trevélez, hasta hace pocos años, como quien no quiere la cosa, era más conocida por las abandonadísimas Minas del Conjuro (en Busquistar, en realidad) que por sus jamones. Que lo del jamón es antiguo, pero la fama y comercialización jamonera es más reciente. Está Trevélez en el norte de la Alpujarra granadina y el pueblo en sí, menudo, se va descolgado en la falda montana, hacia el río, sin una calle recta y todas en cuesta, entre el río Grande (el Trevélez) y el río Chico, que junto al Poqueira conforma el Guadalfeo.

Cuentan orgullosos en Trevélez que en 1862 la reina Isabel II otorgó a su ayuntamiento el permiso para estampar la corona real en el escudo con que firmaban los jamones que producían, pero no será hasta los años 50, del siglo XX, cuando se instalen los primeros secaderos. Hasta entonces, la producción era meramente artesanal y muy pequeña.

El clima de Trevélez,  un clima, digamos, crudillo, a más de 1.400 metros de altura, al que llega la humedad de las borras atlánticas, es el que permite el desarrollo de la flora microbiana responsable del curado del jamón. Pero entre clima “crudillo” (Mediterráneo de Alta Montaña) y clima “frío” hay muchos grados de ejemplos, de tontos útiles y de talibanes.

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