7 ene 2011

Ruido y turistas... un binomio que no funciona

Cuentan que el del Ayuntamiento de Cáceres fue el primer Bando del Silencio de España, allá por 1984: “Desde las TRES hasta  las CINCO de la  tarde y desde las DOCE de la noche hasta  las OCHO de la mañana deberá guardarse silencio, quedando prohibido, durante esas horas, dar voces, cantar o  tocar instrumentos en  la vía pública, así como el funcionamiento de receptores de radio y televisión y, en general, de todo tipo de aparatos reproductores de sonido cuyo nivel sonoro transmitido a las viviendas o locales colindantes exceden de 30 decibelios”. Bueno, para vehículos rodados la cosa se ampliaba hasta los 83 decibelios, puntualmente, y quedaban excluidas las sirenas de policía, bomberos y ambulancias.

Benidorm, en el año 1976, se planteó el suyo. Por aquél entonces, con sequía hídrica y turística, la ciudad se miraba el ombligo y no se hablaba de otra cosa. En mayo, “Ciudad”, se descolgaba con un titular rotundo: “Antes del verano se hace imprescindible que entre en vigor el ‘Bando del Silencio’. El turismo europeo se queja constantemente”. No entró en vigor, y en julio ya se preguntaba: “A causa del infernal ruido, ¿Cuántos turistas pierde al año Benidorm?”. Buena pregunta; parece que tantos como agua se perdía irremisiblemente en el mar cada vez que -de higos a brevas- llovía. Aún con el grave problema del agua, el ruido se las trajo aquél difícil año de 1976… y vuelve a poner en este blog el caso de la “huida” de los alemanes.
                                                 
Sorprende, pero según informes de la OMS resulta que padecer contaminación acústica nocturna puede provocar irritabilidad, cansancio crónico, así como un descenso en el rendimiento laboral y un incremento del consumo de fármacos. La OMS afirma que el ruido nocturno puede hacer aumentar el pulso cardíaco; "hasta 10 latidos de más en la fase del sueño". En fin, que el ruido se las trae, y el ruido y el turismo tienen siempre una asignatura pendiente.

Benidorm, desde los ochenta, está haciendo los deberes en materia de ruido. Seguro que aún faltan cosas como el ulular de las ambulancias, la más de las veces sin razón, ni motivo. En Benidorm se han celebrado hasta Jornadas de Concienciación contra el Ruido, hay normativa y control y está implantado el Sistema ‘Gedeon’ (gestión medioambiental en materia de ruido-Estrategias de Desarrollo Sostenible-Agenda 21)… luego algo habrá.

De todas formas y volviendo al ruido y a 1976 (a dos años de los graves problemas del agua a los que se achaca la “huída” alemana), el “problema” alemán de los setenta parece que no sólo hay que achacárselo al manido dúo agua-ruido. En el coctel del desinterés turístico alemán por España en los 70’s entraron en juego en grandes dosis las crisis del petróleo (1973 y 1978), la absoluta desconfianza en el proceso de transición democrática (basta leer-traducir los editoriales de los periódicos alemanes sobre la España postfranquista) y un informe de la OMS sobre la polución en las costas españolas -que difundió New Scientist y recogieron todos los semanarios teutones- donde se comparaba nuestras costas con cloacas… y, cómo no, el exceso de ruido nocturno y el problema del agua. Por cierto, 1976 se salvó por los pelos con restricciones, plegarias y visitas a los Madriles, pero ya los alemanes dejaron de venir en un 40% menos que el año anterior.

Ah, 1976 fue el año de la autopista y, lo más grave, de las declaraciones “políticas” de los “políticos” del momento. Para el presidente del Sindicato Nacional de Hostelería, “Una España democrática y en orden favorecería a la larga al Turismo”; del presidente del CIT: “Pediremos a los ministros de Educación y de Información y Turismo que comience el curso escolar en octubre para que la temporada turística sea más elástica”; y del ministro del ramo, Andrés Reguera Guajardo: “Hay un negro panorama turístico”… y estábamos en Agosto; y lo dijo en Benidorm.

En fin, en aquél 1976 resulta que Manuel Catalán Chana irrumpió en la escena local desde el colectivo de comerciantes, Ann Britt Eriksson fue la primera Miss Benidorm que posó en top-less y Manolo Escobar sentenció: “Mientras Benidorm tenga mar yo viviré aquí”.

No, si al final me haré fan de Escobar.

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