13 may 2011

DE TERREMOTOS… Y DE SAN EMIGDIO, ¿QUÉ?



Florián de Ocampo, Cronista Real y miembro de la Orden Jerónima, publicó en 1544 los cuatro primeros libros de se Crónica General de España, que completa en 1553 con el quinto tomo. Nada más comenzar su obra escribió: “quinientos cabales (años) antes del advenimiento de nuestro Señor Dios hubo grandes terremotos… Y fueron tan espantosos aquellos temblores, que muchas casas y cercas de pueblos cayeron, muchos ríos corrieron por otras partes…”. Terremotos.

Sin ir más lejos, el 23 de marzo de 2011 registramos uno, de 3’1 grados, a unos 20 kilómetros al Este de Torrevieja, bajo el mar y a 11 km de profundidad. Se dijo que “era bueno; se liberaba energía”. El 4 de abril hubo un zarandeo de 1’7 grados de intensidad al suroeste de Jijona. Esto se mueve. Ayer día 12, la URSUA aún registró otro, sobre Lorca, de 2’5; el día 11 registró 5: de 4’5, 5’2, 2’9, 2’9 y 3’9. Terremotos.

Recuerdo mi niñez obnubilado con las historias de los terremotos de la Vega Baja y el volcán apagado de Orihuela (aquella es una sierra de estratovolcanes) y, naturalmente, los cuatro volcanes de Mazarrón (Las Perules, San Cristóbal y Pedreras -en realidad, 3 conos volcánicos de un mismo volcán- y Bolnuevo que estalló en su día y hoy deja visible “la ciudad encantada de Bolnuevo”). Vivía, y vivo, en el “Cinturón de Fuego del Mediterráneo”; y los terremotos son habituales.



En la Orihuela de mi niñez y juventud se hablaba de “los terremotos del 21 de marzo de 1829. Y qué contarles de Guardamar y el pueblo nuevo en el llano, abandonando el castillo; y de Torrevieja, sobre el plano de Larramendi. La década de 1820 fue terrible en el sur de la provincia. La sucesión de episodios se inició en 1802 (grado VII) y siguió en octubre 1822 con 40 sismos en 26 días, aunque se prolongó aquél episodio sísmico hasta el 10 de enero de 1823. Siguió la serie en 1826 con varios episodios, que culminó con la terrible secuencia entre el 15 de septiembre de 1828 y el 21 de marzo de 1829 (6’6 Richter), temblando la tierra un día sí, y el otro también en más de 200 ocasiones en seis meses. El 21 de mayo de 1829 aún hubo otro. San Emigdio, el santo es el patrono protector contra los terremotos, parece que se olvidó del Bajo Segura por aquellos años, como estos día se ha olvidado de Lorca.



Hay que irse muy atrás, al Mioceno, para conocer el lío orográfico que por aquí había (y hay), aunque en el Plioceno habrá una nueva fase de actividad telúrica por enfriamiento de los estratos y la fragmentación de los bloques corticales, la irrupción marina, las erupciones basálticas: ¡la leche! Aquí, en el Sur de Alicante, las sierras están orientadas a su bola y las fallas son numerosas; algunas de órdago. La línea sísmica del Bajo Segura es de notable valor; tiene focos activos de primer orden. Los estratos del mioceno inferior y medio están sumamente trastornados.



Bueno, por estos lares benidormeros, a 90 kilómetros de la Orihuela del recuerdo, tomo la referencia de la línea sísmica Alicante-Sagunto y recuerdo aquellos días en que mi padre me enseñaba cómo las iglesias se construían algo vencidas hacia el interior, o me llevaba a aquellas viejas construcciones de Lo Reche, de ancestrales ladrillos macizos colocados en hileras opuestas intentando ya contrarrestar las fuerzas de la naturaleza. ¿Qué me dicen de los muros encontrados entre sí de la rápita califal de Guardamar? Los sismos, por aquí, han sido, y son, el pan nuestro de cada día.

Y ante los terremotos de Lorca de la tarde del lunes, dos cosillas: mi amigo José María está bien (le pilló fuera de la localidad -y su familia también está bien-) y no es el primer terremoto que padecen los lorquinos. Hay registros fiables desde el XVI, y el 19 de mayo de 2009, por si no se acuerdan, hubo otro (13’36 h; 3’1 de Intensidad). Vivir en estas zonas de sismicidad tiene lo suyo. Vale que son excepcionales los sismos, pero pueden darse… y se dan. La FAM (la Falla de Alhama de Murcia) es una de las más activas de la península y ya ha registrado 5 terremotos de intensidad VIII (MSK)  en los últimos 400 años. Lorca está encima de la FAM. Y el 20 de enero de 1579 Lorca se fue al garete y permaneció desierta varios días; el mes de agosto de 1674 hubo 12 terremotos previos al principal (28.08.1674) -y alguno posterior- que destruyó lo poco que quedaba de antes y las nuevas edificaciones, incluso las iglesias de San Pedro y San Indalecio; el 20 de diciembre de 1818 hubo incluso ¡rupturas superficiales! (hundimientos de tierras) con dos terremotos seguidos; etc. La Falla de Peña Rubia (FPR), que alcanza perpendicularmente a la FAM es también de armas tomar. Y tocaba; y tocó.

Y viendo las imágenes de cascotes he recurrido a mi arquitecta de cabecera, mi hija Isabel: ¿Cómo está lo de la sismorresistencia patria? Y me ha largado una lección magistral. Por preguntón.

Dos cosas me han quedado clarísimas: la excepcionalidad de los sismos y que la norma pretende sólo salvar vidas. La NCSR-02 se plantea que el edifico no colapse y se pueda proceder a la evacuación. Desde luego, interpreto libremente que no se contempla que el edificio pueda seguir “operativo” como en Japón. Vamos, que resistir el envite lo resistirá, pero que pueda volver a ser habitado es otra cosa. Por lo general, sí; pero…

Chabela me ha contado lo de los principios básicos elementales: formas regulares, ligereza, solidez, ductilidad, simetría, uniformidad, conexión y calidad de los materiales. La cimentación, obviamente, es clave.

El problema, lo de siempre: la norma dice que “los componentes no estructurales deberán estar bien adheridos y no deben interaccionar con la estructura”. Y esos componentes son el problema: acabados rumbosos, cornisillas, fachaditas, exteriores en general y tabiques puñeteros. En caso de no estar bien conectados, se desprenden y rompen fácilmente. Y ahí está el problema: las cornisas mortales -el lunes, de Lorca- no son estructura.

Pues habrá que hacer algo al respecto, por vivir donde vivimos.

De momento, sepa más sobre terremotos en la página de la Unidad de Registros Sísmicos de la Universidad de Alicante (URSUA; http://web.ua.es/urs). De terremotos de por aquí (y de por allá); lo tiene todo.










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