17 may 2011

DE UN VIAJE DE MAREAS...



Planificando, para junio, el operativo de “repatriación” de varios Erasmus sueltos por Europa he programado a la expedición de amigos una rápida descubierta, previa al ferri que nos cruzará el Canal de la Mancha, hacia el cantón gabacho de Portonson y el estuario del río Couesnon. El argumento era disfrutar de Mont Saint-Michel. Yo imaginaba que con sólo pronunciar su nombre se iban a apuntar; pues no,  se me han puesto dubitativos los padres expedicionarios. Increíble. Al final los he convencido; Mont Saint-Michel engancha.



Ya de por sí, el espectáculo de la isla mareal del estuario del Couesnon es increíble; la abadía en el promontorio es de lo más impactante para el ser humano: o emerge del mar o lo hace del bajo fondo marino, según esté la marea. Nada, que junto a las fotos he tenido que venderles que tiene mareas de hasta 14 metros... y por ahí han entrado al trapo.



Y con las mareas como protagonistas, como embarcamos en Saint Malo, les he planteado también una visitilla a la central mareomotriz del río Rance, entre Dinart y Saint Malo. Va a ser un viaje de mareas. Y es que allí, las mareas. son la repera. En la central del Rance obtienen energía, y mucha, de ellas. En España sólo conozco un viejo molino abandonado, molino de mareas, por los esteros del Guadiana, por Isla Cristina. Y eso que por allí, por Huelva, las mareas son incluso de más de metro y medio.

Las mareas han sido protagonistas de esta anécdota de un viaje programado. Y por ahí entramos a más. ¿Qué tal las mareas por Benidorm?; ¿qué tal las mareas terrestres? Jo, ahí ha habido tema.

Aunque nos parezca increíble -extraño/fantasioso/raro, etc.- en nuestras costas mediterránea también se producen mareas. No son las del Canal de La Mancha, pero tienen su aquél. Hoy, la primera pleamar fue a las 5’52, y la segunda será a las 18’24 h.; la primera bajamar fue a las 10’11, y la segunda a las 22’21 h. En mkis tiempos de Huelva mirábamos las tablas de Marea para ver a qué hora íbamos a la playa y cuanto tendríamos hasta el mar. Aquí ni se nota porque las alturas de marea llegarán, como mucho, a los 20 centímetros; 2’3 metros en San Vicente de la Barquera (Cantabria).

Ha sido por mareas.

El griego Piteas, nacido en la colonia griega de Massalia -la Marsella del siglo IV antes de Cristo-, fue el primero en dejar constancia de lo de las mareas y, además, la relación que tenían con las fases de la luna, su amplitud y periodicidad. Piteas quiso saber de dónde conseguían los fenicios y cartagineses el estaño y salió a navegar más allá de las columnas de Hércules.  Fue el primero en constatar que, nosotros -Hispania-, éramos una península, pues costeo por el Atlántico francés -llegó a Mont Saint-Michel-, hasta Escandinavia, y recorrió gran parte de las Islas Británicas (Prettanyke). Completó el periplo; regresó a su Marsella natal donde escribió “En el mar” (siglo IV aC). Se hizo de oro; Estrabón lo consideró un embustero, pero los datos que dejó se fueron confirmando con los siglos.

Cuando regresemos con los Erasmus a bordo, los padres expedicionarios inundarán la red de las maravillosas fotos que tomaran. Saint Maló-Mont Saint-Michel constituyen uno de los parajes más bellos del mundo. ¿Quién sabe si no nos harán regresar con ellos?

Y eso que no les he hablado de las mareas de tierra: ¿qué creen, que la “sólida” tierra no tiene mareas? Pues las tiene; mínimas, pero las tiene. Y

Esto se mueve. Siempre se dijo que las mareas evidenciaban el latir del corazón del planeta.



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