11 may 2011

DEL OLOR... A LIMPIO



Llevo la tira de tiempo queriendo gritar que ¡¡el olor a limpio no existe!!

En cuanto a “olor a limpio”, existe el olor de los limpiadores, el olor de los detergentes, el olor de los desinfectantes, etc. Pero no existe el olor a limpio.

La ausencia de olor debiera ser el principal indicador de limpieza, pero como tenemos la pituitaria oxidada, cuanto más huele a horrible y pestilente química, más “seguros” estamos de que “huele a limpio”.

En fin, la cosa es horrible y fétida.

La limpieza, por favor, ¡¡no desprende olor alguno!!; toda vez, elimina varios olores. A lo sumo, la limpieza devuelve al ambiente el posible aroma de la madera del mobiliario… si este fuera madera natural, no tratada. Incluso los muebles de IKEA tienen su olor, que no es a limpio.

Así las cosas y manifestando que no tengo el síndrome ese de los olores, cada mañana, cuando llego al trabajo, me acuerdo de todo el árbol familiar del personal de limpieza. Y asumo que, en principio, la culpa no es suya. Están convencidas de que el hediondo y químico aroma que desprende toda la instalación es… ¡limpieza! Y me atrevo a considerar que las muy chifladas, dicho sin animus injuriandi, están ya a esa hora primera de la mañana de un “colocao” tal que me devuelven el saludo, en pleno episodio de histerismo aromático, con su mejor sonrisa.

El colmo es que cuando vuelvo a casa me encuentro con la misma pestilente situación. Bueno, en casa no; pero al llegar al edificio resulta que las “zonas comunitarias” hieden en tal grado que hasta el semoviente de la unidad familiar teme abandonar la paz inodora del hogar para salir al rellano, bajar la escalera/tomar el ascensor y llegar a la calle. El tramo escalera-hall de entrada es para él, y para mi, todo un suplicio.

¡¡¿Nadie se da cuenta de que ni las flores ni los pinos huelen así de mal?!!; en el trabajo y en la escalera huele a química pura y dura.

Señoras y señores de la limpieza -y amas/amos de casa en general-: sepan vuesas mercedes que los aceites esenciales sí huelen (y huelen muy bien), y tienen en su haber, además, acciones antisépticas, antibacterianas, antivirales, fungicidas y parasiticidas. Los aceites esenciales son una genialidad… pero son caros.

Por eso, he aquí la pregunta: ¿hay algún “podrido limpiador” de esos que se utilizan para limpiar a mínima base de aceites esenciales? Alguno habrá, presumo yo, que lleve alguna gotita. Si los hay, utilícenlos. Y si no, busque y rebusque en Internet y en herboristerías especializadas que hay varias empresas que los comercializan; y sólo hay que emplear una mínima gotita.

Miren Ustedes, primorosas limpiadoras-primoros limpiadores, los aceites esenciales de canela, tomillo o clavo son la repera; dejan auténtico “olor a limpio”. En casa se utilizan; merecen la pena.

Canela, tomillo y clavo son clave para acabar con la suciedad, las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos. A un nivel menor dejaremos los aceites esenciales de eucalipto, abeto, hierbabuena y pomelo; incluso limón y citronela. El problema es su desconocimiento y la falta de promoción: ni el señor calvo de la librea a rayas sabe qué es esto de los aceites esenciales, y sí se sabe, de carrerilla, lo de las cadenas aromáticas que enmascaran la realidad, por mucho algodón que se lleve en la mano.

La mentha piperita es la monda, y su aceite esencial no lo utiliza nadie en limpieza; y esa sí huele bien… a limpio.

Por favor, ahora que todos hablamos de sostenibilidad y todo eso, dejemos de lado la química pura e impúdica de los olores que ni limpian ni dan esplendor, aunque huelan… mal, muy mal.



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