14 jun 2011

POR LOS CORSARIOS DE BENIDORM


De igual modo que pedí recuperar el monumento que reconocía el pasado almadrabero de las gentes de Benidorm, una vez que se lo han cargado -estaba en la plaza de España y era obra de Pedro Delso-, hoy pido un monumento que reconozca el pasado corsario de Benidorm. Sí, corsario: así se dice del capitán, del buque y de la tripulación que andan al corso, con patente del gobierno de su nación.

Corsario era una profesión honorable y los corsarios de Benidorm lo fueron. Su actividad fue reglamentada por las Ordenanzas de la Real Armada (1745).

Benidorm y Villajoyosa fueron los últimos pueblos en mantener activas embarcaciones armadas para el corso hasta el mismo momento de la abolición de la actividad (20.01.1908).

Hasta el mismo Ayuntamiento de Benidorm, por su cuenta, pidió dos patentes de corso propias en 1782 y en 1785. Y en 1882 indica en la petición que en ausencia de hombres (estaban en las almadrabas o en otros barcos al corso) para tripularlas alistará a las mujeres. Si ya por eso se merecen los corsarios y corsarias de Benidorm ese monumento.

El pirata robaba para sí; ya los hubo en tiempos de Roma.

El corsario ponía su barco y acción a las órdenes de su ciudad, su país o la Corona para defenderla del enemigo y proteger la Hacienda Pública del contrabando.

Nantes, ciudad gabacha, corsaria por excelencia, tiene infinidad de calles con el nombre de sus más célebres corsarios. ¿Y qué pasa en Benidorm? Ni calle, ni monumento, ni gaita a quienes tanto debemos.

Y por favor, que alguien se estruje las meninges y evitemos un monumento panoli de recortes de chapa. Que uno y otro vayan en consonancia con el pasado almadrabero y corsario de Benidorm.

Me emocioné. En el puerto de Ibiza hay un sobrio monumento que reza “Ibiza a sus corsarios”, que fueron muchos y sonados: Antonio Riquer, Pere Bernat, Antonio Pascual y la saga de los Sala, por no entrar en más detalle.

Marinos al corso, o al furto, que también los hubo de Castilla hacia a Aragón, y viceversa, antes de tener que centrarse en defender la costa de las razzias argelinas apoyadas por otomanos, los hubo en la vieja piel de toro desde  siglo X. En Mallorca, muchas familias basaron su posición y fortuna en el corso. Es el caso de los Barceló, desde el capità Toni, que llegó a Almirante -don Antonio Barceló- a otros muchos.

Un vilero, Françesc Martí es el primero documentado en conseguir patentes de corso en 1441 y 1465 por estas aguas, pero sólo de Benidorm, de corsarios de Benidorm, hay 9 legajos completos, 18 expedientes  extraordinarios y hasta 41 nombres ilustres en la Sección Corso y Presas del Archivos General de Marina que compiló el Almirante Julio Guillén Tato allá por 1953.

En 1490 mosén Diego Fajardo, señor de Polop y Benidorm, organizó una expedición de castigo con todas las embarcaciones corsas de la localidad contra el mismísimo puerto de Túnez. Y generó una etapa de prosperidad comercial.

Luego llegarían nombres ilustres del corso: Juan Bautista Pérez, “Batistilla”, quien a bordo de su jabeque “La Fortuna” libró 84 combates victoriosos y se hizo con 47 banderas de otros tantos navíos ingleses, franceses, holandeses, suecos y daneses, amén de fustas y galeotas agarenas que capturó. Creó su propia Compañía de Guardacostas, se retiró como Alférez de Navío, y regaló las campanas de San Jaime (1817) fundidas con los cañones de un navío inglés capturado el año anterior. Fue conocido, y temido, como “El Hijo del Trueno” desde Mallorca a Casablanca, y su retiro fue, como el de todos, comprando un pedazo de huerta benidormera para terminar sus días hasta “entregar la cuchara”. Incluso obtuvo licencia y caló una almadraba en La Vila.

Corsarios de Benidorm fueron también los Tomás Bayona (padre e hijo); quienes a bordo del jabeque “Santa Faz” libraron las vías del comercio y atacaron enemigos sin piedad. Ambos se retiraron con el grado de Alférez de Navío. Y la lista es grande: Antonio Bayona, Pedro Juan, Francisco y Antonio Ors, Vicente Ortuño, Gaspar Pérez Barceló (“El capitán Valiente”), Gaspar Ortuño Vives, Pedro Ortuño Ortuño, Pedro Ortuño Orts, Felipe Ortuño Lloret, Vicente Thous, Napoleón Ortuño, Miguel y Gregorio Orts, Tomás Orts Pérez… y muchos más. Casi todos ellos crearon sus propias Compañías de Guardacostas y allí donde la Armada no acudía, por estar en las cosas de América y Filipinas no podían atender, estaban los corsarios de Benidorm; todos, con sus jabeques,  se retiraron como alféreces de Fragata y Navío.

Los jabeques eran veleros formidables: un invento francés que mejoraron los españoles, siempre superior a la galeota y otros avíos, pues montaba artillería a proa y en las bordas. Los jabeques eran los barcos de los corsarios de Benidorm.

Ya en tiempos de Isabel II se cribó más las concesiones de patentes de corso, pero nunca faltaron para los marinos de Benidorm. Cada vez hubo menos corsarios, pero los de Benidorm siempre tuvieron presto el bajel, el cañón y la pólvora para defender, al corso, sus aguas, vidas y negocios. Ninguno se hizo excesivamente rico; en todos los repartos además de para la Hacienda (la Corona), la familia y la tripulación, siempre reflejan en las actas notariales que una buena parte del botín quedaba para la santa patrona de Benidorm, para la Virgen del Naufragio. Y todas las actas, hasta 1908, aparece la grafía “Virgen del Naufragio”, no la memez esa de “Virgen del Naufragio” por la bobada de autoridad eclesiástica del siglo XX.

Alguien deberá investigar a dónde fueron aquellos bienes; pero…

Yo, a lo mío. Ellos, todo ellos, se merecen ese monumento sencillo e impactante: “Benidorm a sus Corsarios, en agradecimiento




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