1 jun 2011

Raiders of the Lost Ark (2)


Diario de a fuera bordo; 2ª anotación (1º de Junio). Grecia, tierra ligera; patria del Sol.

Igoumenitsa es parte del Epiro griego; es la capital de la Tesprótida. Isaac ha llegado esta mañana a Igoumenitsa; ya está en Grecia.

Y no ha llegado por carretera con el superconvertible; lo ha hecho embarcado en un ferry. Así pues, anotemos: “en la mañana de hoy, primero de junio, pisa tierra griega”.


Ya sabía yo que el navegante iba a terminar por navegar por el Adriático, pero me lo imagina haciéndolo brevemente desde la península de Sabbioncello/Peljesac, al sur de las Bocas de Neretva, hacia Korkula (de Orebic un ferry te cruza a Domince, que es como una urbanización de Korkula), la capital de la preciosa isla dálmata de igual nombre, para visitar la casa donde nació, dicen los korchulanos, un tal Marco Polo; uno que dicen que fue viajero, y lo único cierto es que estaba en una galera que fue apresada en una batalla entre genoveses y venecianos (9.09.1298) y terminó en prisión, en Génova, donde dictó de Il Milione. Nada más; de lo suyo no se sostiene nada. El tal Marco sería lo que fuera, pero de escribir poco. Dicen que viajero, como Isaac, pero nada más. Bueno sí, más fantasioso que Antoñita la Fantástica.

Fue un tal Rustichello de Pisa, compañero de prisión genovesa de Marco, el que le escribió, en provenzal, la aventura “imaginada” de sus viajes, un relato de maravillas, milagros y hechos mágicos que nadie que yo conozca se ha leído y del que todos hablan: “Los viajes de Marco Polo”, aunque su nombre original sea Il Milione.

Le tengo dicho a Isaac que viajero para emular, sin lugar a dudas, es Benjamín de Tudela, un siglo anterior al tal Polo, del terruño patrio (Tudela es Navarra y epicentro de merindades; la de los cogollos y -creo que- patria chica de Miguel Servet) y fidedignamente documentadas sus visitas. Y al navarrico le conocemos cuatro gatos; aunque su libro (Séfer Masaot, es que se dedicó a visitar comunidades judías por el mundo) lo han leído desde el siglo XV muchísimos millones más. Y sin un pero.

Bueno, pues mi protagonista viajero del siglo XXI tomó el ferry en Ancona y se me ha cruzado el adriático (en 15 horas), durmiendo. Se me ha saltado los Balcanes por las bravas. ¿Me deja el paisaje del karst esloveno-croata y la costa dálmata para el regreso? Dubrovnik, ojo, es visita obligada, oiga.

Decía que lo tenía todo planificado… al milímetro. Casi. Ha conocido bien Ancona porque llegó tarde a embarcar y unas birritas han arreglado el asunto. Se me distrae con el vuelo de una mosca. Alguna piedra vieja fuera de su sitio le retuvo.

Ya en tierra de helenos ve Turquía al fondo. La autopista Egnatia -paralela a la Vía Egnatia de los romanos-, no la va a tocar, pero va a visitar Salónica, en el golfo Termaico, camino de Turquía, que se asoma ya a Levante. Le hemos “vendido” la visita a la ciudad porque iba incluida en la ruta de Benjamín de Tudela y porque no en balde Mustafá Kemal -Atatürk (“el padre de los turcos”)- nació en esta ciudad griega, y su obsesión es Turquía. Es más, le insistimos en que desde Salónica viajara a la vieja Pella (a diez kilómetros, más o menos), el antiguo puerto, hoy cegado y en tierra firme, donde naciera Alejandro Magno, otro viajero.
Para el 12 de junio hay elecciones en Turquía, generales o parlamentarias, y en algunos lugares ha habido ya algún incidente con los autobuses electorales y los candidatos. Ni flores; no me ha hecho caso.

Lo único que le hemos sacado bien en claro de todo esto, entre dimes y diretes con Salónica, Pella, Alejando Magno, Marco Polo y Benjamín de Tudela es que tanto en el IV a.C., como en el XII y en el XIII, en el siglo XXI, por allí, hace calor, mucho calor.



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