2 dic 2011

DEL AGUA Y LOS DÍAS DE LLUVIA



Hoy, esta tarde, ha llovido en Benidorm.

Estábamos en la tertulia de los viernes, Los Cafés del Meliá, y hemos disfrutado viendo llover. Casi hemos parado para recrearnos en el espectáculo.

Aquí es que valoramos mucho que llueva. Vivimos del turismo, somos el emporio del sol, pero que llueva y nos asegure el abastecimiento.

No sé, esa dependencia del agua del subsuelo que nos abastece; ese estar pendiente del Consorcio de Aguas, de los pozos de Beniardá y de lo que alberguen en el sistema Amadorio-Guadalest es algo consustancial con el aire que se respira desde que nos establecemos en esta ciudad. No te digo los que han tenido la suerte de nacer aquí.

Es que vivimos en un lugar con profunda indigencia hídrica y valoramos la disponibilidad de agua. Vivimos del turismo y es una absoluta dependencia del agua la que existe en este campo. Sin agua no hay turismo; no hay vida.

A nuestro favor tenemos una sensacional gestión del agua.

Este modelo en altura que es Benidorm y la distribución del sistema en la ciudad posibilita que más del 97% del agua que se inyecta en la red sea utilizada; no se pierde. No todos los municipios pueden exhibir con orgullo este dato.
Ha comenzado diciembre con lluvias y se ha despedido noviembre con unos buenos registros pluviométricos, por encima de la media.

Es una buena noticia porque hay indicios más que fundados de que nos podemos estar acercándonos a otra etapa de sequía (la UA ya ha alertado); estamos en el Sureste. Hemos disfrutado de una breve secuencia de disponibilidades, pero sabemos que esa falta de agua es nuestra espada de Damocles. La conducción Taibilla-Amadorio, nuestro cordón umbilical con el agua, es un as en la manga que ¡Ojalá! nunca tengamos que utilizar.

Con lo bien que nos hubiera venido el trasvase del Ebro.

Y, que no se nos olvide, lo bien que nos han venido las pocas desaladoras programadas en el viejo PHN… que son las que están hechas. Porque lo que son las desaladoras del Programa AGUA… ni se las espera. Y mira que dio follón la ministra Narbona.

Y aquí, que desde el 91 tenemos en marcha el Plan de Ósmosis de la Dipu.
Parece mentira.

Volviendo al agua, me he acordado de un informe de la Universidad de Extremadura que conocimos en abril de este año donde se concluía que los días de lluvia habían aumentado en la península desde 1903, en  especial desde 1954, a pesar de las secuencias secas. Lo dirigió la doctora en Física de la Tierra Mari Cruz Gallego Herrezuelo y publicado en el Journal of Geophysical Research. En fin, que a pesar de los pronósticos catastrofistas de los de siempre, esto, con sus altibajos, va sumando enteros.

El agua, el agua. Aquí la necesitamos y la sabemos emplear.

Un buen día, a principios de los 90, José Ramón García Antón se trajo aquí, a Ciudad Patricia, el Congreso Mundial del Agua… y maravillados se fueron del sistema Marina Baixa, de la explotación de un acuífero confinado (Las Fuentes del Algar) y de la gestión de cada gota de agua… capaz de dar dos vueltas en el sistema antes de olvidarnos de ella.

El agua aquí nos condicionada todo. Hombre, creo en un cierto determinismo geográfico. Más que en Friedrich Ratzel o que en Ellen Churchil Semple, estoy más con Ellsworth Huntington y su determinismo climático, aunque el hombre es capaz de sacarle partido a las situaciones e influir, a su vez, sobre el medio.

Y no se pueden imaginar lo difícil que ha sido conciliar los intereses de agricultores y actividades turísticas.

Un día de estos tenemos que entrar a fondo en los entresijos del Consorcio Comarcal de Aguas de la Marina Baixa.


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