14 ene 2012

DE AQUÉL CAFÉ EN QUE HABLAMOS... DE KRISTINA DE NORUEGA



Ayer, en Los Cafés del Meliá, el alcalde de La Nucía se sometía a nuestro “tercer grado”. Ni que decir que Bernabé Cano salió airoso. Tendrá su post.
Pero una de las cosas que nos contó en la comida previa fue que está siendo colonizado por noruegos que abandonan l’Alfàs del Pi en busca de muchos mejores servicios como los que ofrece La Nucía.

Y ya hablando en la tertulia con el cónsul noruego, Jan Arild Nilsen, pues vimos que es así. Jan nos trajo dos regalitos: Noruega en cifras, una mini-guía de minidatos que a un geógrafo le viene de coña, y una guía de viaje que incluye las islas Svalbard.

Y de paso hablamos del bodrio de “Toledo, cruce de despropósitos” y, haciendo patria, él nos sacó a relucir a Kristina, princesa noruega hija del rey Haakon Haakonson, que vino a España en 1257 para casarse con Alfonso X, el  “Fonsi” de la serie de Antena 3, porque doña Violante no le daba un puñetero heredero ni por esas.

Entre que conciertan el matrimonio y la noruega y su séquito vienen y no llegan (que salió de Tonsberg en la primavera de 1257 y llegó a Soria -donde esperaban que estuviera el Rey y la Corte, y las recibió el infante don Luis- el 22 de diciembre, y a Las Huelgas vallisoletanas -donde estaban- en la Nochebuena) doña Violante no sólo quedó encinta sino que parió a la infanta Doña Berenguela, la primogénita de su descendencia (Fernando fue el tercero de sus hijos y Sancho, el quinto). Total que con Kristina en España, Alfonso ya tenía descendencia y… ya aquí se le buscó otro marido: el príncipe Felipe, hermano de Alfonso. Y me los casaron en Valladolid el 31 de marzo de 1258.

El doctor en Historia, don Ángel Gordo Molina dice que esto es lo que cuenta La Crónica de Alfonso X, que se escribió en tiempos de Alfonso XI y que no coincide con los mismos hechos desde el punto de vista noruego, que escribió el cronista Sturla Thordarson -casi, casi, coetáneo de los mismos, pues escribió su crónica entre 1265 y 1265- y que dice que Alfonso X envió embajada para pedir la mano de la princesa para su hermano Felipe que quería colgar los hábitos y a él le venía muy bien la alianza con los noruegos cristianizados para ser propuesto como Emperador del Sacro Imperio, para lo que ya había hecho campaña y recogidos muy buenos avales regios, incluso optó a ser reconocido como Duque de Suavia (que ocupaban parte de los actuales landers de Baden-Wurtemberg y Baviera).

A la regia turista nórdica Kristina la trataron todos mejor que bien. Navegó hast Yarmouth en Inglaterra y luego cruzó a Normandía, donde Luis IX de Francia la recibió. Prosiguió viaje por tierra y entró a la península por Girona donde por orden de Jaime I le salió a recibir el conde; incluso el propio Jaime I les recibió en Barcelona, siendo escoltada hasta tierras de Castilla. El dos de enero de 1258 la recibió Alfonso X en Palencia y con ella viajó a Valladolid donde el 4 de enero se celebraban Cortes.

Y allí, Alfonso X y doña Violante, recibieron una especial solicitud del propio Jaime I: la mano de la princesa Kristina. Prendado se había quedado de ella el Conqueridor desde que la recibió en Barcelona. Jaime llevaba ya cinco años de viudedad de doña Violante de Hungría y andaba siempre de amoríos menores: Teresa Gil de Vidaure (2 hijos), Blanca de Antillón (1 hijo), Berenguela Fernández (1 hijo) y Berenguela Alfonso (0 hijos)…. Que bueno era el mocetón. Además, la noruega era, para la época -cuentan los cronicones- una beldad. Pero don Jaime estaba ya muy cascado y todos convinieron que no.

Se casó con Felipe, y Alfonso y Haakon se las prometieron muy felices. Y nada salió adelante. Noruega estaba muy lejos de Castilla y Haakon necesitaba el cereal inglés, a un tiro de barco y sin costas hostiles.

Dicen que Kristina murió de melancolía, en Sevilla -¡cosa rara, eh!-, cuatro años después; la caló -el sol de Sevilla- dicen que fue. Me la subieron a enterrar en Covarrubias, muy cerca de Burgos. Es que Felipe, su esposo, había sido en su juventud, cosas de la época, Abad de Covarrubias…  Incluso fue obispo de Sevilla, pero colgó los hábitos.

Cuentan que junto al féretro gótico, en el que desde 1958 orlan las banderas de España y Noruega, hay una campana y la soltera que la toca… en un año se casa. Casi, casi, lo que tardó doña Kristina en pasar por la vicaría desde que salió de Tonsberg.



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