16 mar 2012

DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812



Mucho estamos hablando de la Constitución de 1812, porque estamos a las mismísimas puertas del bicentenario (19.03.181219.03.2012) y, no sé por qué, estamos dándole mucha chance a todo lo que tiene que ver con “La Pepa” olvidando que el hipocorístico -diminutivo cariñoso- femenino de “La Pepa” no se lo endilgamos al texto hasta 1814.

Vamos, que -en puridad- para celebrar el bicentenario de “La Pepa” tendríamos que esperar un poquito más de dos años, hasta el 2014, puesto que a nadie se le ocurrió llamar así al texto constitucional de 1812 hasta que fue restablecido el absolutismo de Fernando VII y abolida la Carta Magna. Fue entonces cuando los liberales, y no otros, se quedaron enmudecidos en su máxima expresión soberana de reafirmación política con su ¡Viva la Constitución!, que fue considerado subversivo, y recurrieron, así es España, a gritar ¡Viva La Pepa! en recuerdo al texto firmado un 19 de marzo, San José, de 1812. Y en aquellos años, hasta que uno reparó en que La Pepa y la Constitución de 1812 eran la misma cosa, los liberales pudieron gritarlo cuanto les vino en gana. Pero también tuvieron que envainársela en cuantito se supo.

Somos así. Igual que aquellos conjurados que reclamaban en julio de 1936 ¡C.A.F.E!Camaradas, Arriba Falage Española!) delante de algún importante miembro del Gobierno del Frente Popular que rió la gracieta de los jóvenes oficiales que al inicio del banquete, en Llano Amarillo -cuando las maniobras de Ketama-, ya pedían el café. Somos así.

Hoy, ya ni pedimos café. Pedimos un sólo, un cortado, un descafeinado, un manchado, un carajillo, etc.-, y el ¡Viva La Pepa! ha perdido su tinte político del XIX y alude a un ¡Todo Vale!

Para entender lo que fue la Constitución de 1812 hay que irse, mucho que nos pese, a Felipe V, el primer Borbón, y la “unificación” y centralización del país que comenzó, con una serie de reformas que fueron aplicando sus sucesores. Un siglo antes comenzó el proceso de reformas: política, jurídica, administrativa, fiscal, agraria, industrial, comercial y social; hasta expulsamos a los jesuitas.

Aquí, en este proceso, Carlos III -y sus ministros ilustrados- es básico.

No obstante, habrá que esperar a que nos invadan los franceses en 1808, con Carlos IV en el trono, y que su hijo Fernando VII se entere por el propio Napoleón, en Burgos, de que la invasión, como la de la serie V (la de los “largatos”), de pacífica nada. Y que su hermano Pepe sería proclamado Rey de España. Y este Pepe, José I, era abstemio y hasta le pusimos el mote de Pepe Botella, por una partida de vino que ordenó requisar. Es que somos así. A Fernando VII le cantamos el “Trágala”… hasta que más de uno se la tuvo que tragar.

Y mientras aquél estaba en Burgos, en Aranjuez se constituía la Junta Central donde absolutista y liberales se pasaban los días tirándose los trastos.

Hasta el 17 de abril de 1809 no salió de aquella Junta Central la primera cosa seria: el Reglamento del Corso Terrestre contra los Ejércitos franceses. Ahí comienza la España guerrillera; todos corsarios contra el invasor.

El 24 de junio (San Juan) de 1809 -en difícil coexistencia con el invasor- se convocan Cortes para 1810, y el 27 se septiembre se constituye una Junta de Legislación para nuevas leyes e incluso una Constitución. El 1º de Noviembre Álvaro Flórez Estrada presentará ya a la Junta de Legislación un documento de debate titulado “Una Constitución para la Nación Española”.

El invasor francés reacciona contra estos movimientos y los diputados salen en desbandada.

En enero de 1810 la Junta Central ya está refugiada en Cádiz y actúa como gobierno provisional. Recordemos que sólo Cádiz y Alicante -¡Ojo, que Alicante tampoco!- no fueron holladas por el ejército invasor.

El 13 de enero la Junta Central se instala en la Isla de León (hoy San Fernando) y se fija para agosto la reunión de las Cortes, dando tiempo para que fueran llegando los diputados. El 24 de septiembre de 1810 se reunirán, finalmente, aunque los diputados de Levante, los nuestros, no llegarán hasta el 24 de octubre. El país está ocupado por las tropas de Bonaparte y llegar a Cádiz, con tamaña misión era una osadía.

Una de las primeras medidas de la Cortes gaditanas llega el 15 de octubre de 1810: se declara la igualdad de peninsulares e iberoamericanos.

Y el 10 de noviembre, otro hito: se decreta la libertad de Imprenta en España.

El 9 de diciembre el diputado liberal Antonio Oliveros propone, de nuevo, nombrar una comisión que redacte “un proyecto de Constitución política de la monarquía”. Y así se crea la comisión el 23 de diciembre bajo la presidencia de Diego Muñoz Torrero, un sacerdote pacense, catedrático de Filosofía en Salamanca.

El 24 de enero de 1811 las Cortes se trasladan de nuevo a Cádiz, al Oratorio de San Felipe, ante la cercanía de las tropas francesas a la bahía gaditana, y el 2 de marzo comienzan las sesiones constitucionales decisivas. A partir de agosto tendrá lugar la discusión y debate del proyecto.

Comenzará enero de 1812 analizando el papel de Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales ante la nueva Carta Magna, finalizándose el debate constitucional el 23 de enero.

El 19 de marzo de 1812 se promulgará la Primera Constitución española que estará vigente hasta el 24 de marzo de 1814.

Luego llegará el llamado “Manifiesto de los Persas” porque no podíamos vivir si un rey absolutista, y el 4 de mayo de 1814, en el valenciano Palacio de los Cervelló, Fernando VII decreta el retorno del Antiguo Régimen y la abolición de la Constitución de 1812 y todo el corpus legislativo de las Cortes de Cádiz.

Aquellas Cortes que el 22 de febrero de 1813 decretarían, por ejemplo, la abolición del Tribunal de la Inquisición.

La Historia es más larga y compleja… pero muy interesante y bonita.



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