22 feb 2014

DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE



Ayer noche, Quico Zaragoza Ivars  estuvo grande; genial. No podía ser de otra manera. Por fin, en Benidorm, se presentaba “El visionario que inventó Benidorm. Biografía de Pedro Zaragoza Orts” que ha realizado el periodista Pedro Luis Nuño de la Rosa. El Salón de actos del Ayuntamiento estaba lleno; el “protoloco” ocupaba casi todo el aforo y hubo de habilitarse el hall de la Casa Consistorial con sillas y pantalla para la ocasión.

Dentro, una pantalla reflejaba fotos cedidas por la familia donde Pedro, don Pedro, era el protagonista junto a imágenes del libro o secuencias de Benidorm, de ayer y de hoy. A la derecha de escenario, una gran foto de la actriz francesa Pascale Petit, hecha en 1965 por Quico Bayona, naturalmente en biquini, y una réplica de la vespa con la que se cuenta que fue a Madrid en pos de la autorización del biquini. A la izquierda estaba un gran plano de aquél Plan General de 1956, el primero plan de ordenación urbana de España para todo un término municipal. Sí, el de Barcelona es anterior; pero no diseña toda una ciudad… que no existía como en el caso de Benidorm. El de Benidorm, el que impulsó Pedro -don Pedro-, va mucho más allá y sí que es, de verdad y por primera vez en España, general.

Quico Zaragoza Ivars, insisto, estuvo genial. Retrató fielmente a su padre y refirió algunas anécdotas que pese a ser conocidas no restaron ni un ápice de brillantez y emoción al acto. Nos recordó que Pedro, don Pedro, estaba allí presente, entre nosotros. Y es que se le sentía.

Su gran éxito: saber elegir a las personas en quienes delegaba, como en el caso del Plan General. Su gran amor: doña María, allí presente, y sus hijos. Bueno, también Benidorm y, cómo no, España. Quico recordó cuando en sólo dos años y medio sacó adelante la carrera de derecho y cuando él, estudiante de Derecho, le contaba a su padre que ésta o aquella asignatura se le resistía contaba como un simple arqueamiento de la ceja de su padre le volvía a la realidad; de cuando llevaba las lecciones en una casette y todo el viaje era escuchar y escuchar temas de Derecho. Pedro, don Pedro, aún se licenció en Turismo, y la muerte truncó su postrera licenciatura en Periodismo. Quico contó cuando le replicó a un profesor por una ley que él mismo había impulsado, cosa que el profesor, obviamente, desconocía. 
Porque hay que recordar, como así hizo su hijo con mucho orgullo, que Pedro, don Pedro, trabajó incansablemente en las leyes de Turismo de los setenta… y alguna sigue ahí, vigente; no derogada.

Gema Amor, la concejal de Turismo, ofició de maestra de ceremonias; no en balde a ella se debe el empuje a ver hecho realidad este libro. Cerró el acto el alcalde Agustín Navarro recordando -y mostrando la notificación, ahora plastificada- de cuando Pedro, don Pedro, nombró a su tío “guardia de la Isla”, con la “obligación de pernoctar en ella”, para que la Isla fuera de Benidorm: todas las islas deshabitadas pasaban a la titularidad estatal.

El profesor Tomás Mazón, director de la cuasi indigente (no me cansaré de repetirlo) Cátedra “Pedro Zaragoza Orts” de Estudios Turísticos de la Universidad de Alicante elogió el trabajo y la maquetación del libro que ya lo dice todo: Benidorm en vertical, frente al azul del mar y bajo el sol. Allí estaba también, cómo no, el profesor Fernando Vera Rebollo, uno de los hombres que más y mejor entendieron a Pedro, don Pedro, y su obra. El Archivo de don Pedro, Pedro, reposa hoy en la Universidad de Alicante, ordenado y vivo para deleite de investigadores. Gracias Pedro, don Pedro; gracias Fernando.

Y, finalmente, intervino el biógrafo: Pedro Luis Nuño de la Rosa. Periodista, columnista de El Mundo, investigador de las cosas gastronómicas y artísticas de aquí. Recordó, e hizo bien, que este libro es un muy veterano proyecto, de tiempos de Julio de España en la Diputación de Alicante (que yo conozco desde entonces por el propio autor y por Blas de Peñas), que -y también se dijo- una “mano negra” impidió que viera antes la luz. Al final fueron las gestiones de Pedro Nuño con Gema Amor las que lo han hecho posible.

Nuño de la Rosa, fiel a su estilo, señaló que dos mujeres fueron clave en la historia moderna de Benidorm (Se olvidó de doña Beatriu Fajardo, que diría Francisco Amillo para que fuera tres, y no dos; pero Beastriu era del XVII). Y esas dos mujeres fueron doña María Ivars, su esposa, y doña Carmen Polo. Pedro Nuño insistió en los amores de Pedro, don Pedro: su familia, Benidorm y España. Pedro Nuño recordó el momento político y la amenaza de excomunión ante la permisividad con el biquini. Pedro Nuño señaló la actitud gallega de Franco al respecto; entonces Pedro Nuño dejó claro que fue “la Señora” la que con sus visitas a Benidorm, a casa de Pedro, don Pedro, y de María, doña María, “santificó” las ideas de Pedro, don Pedro, para Benidorm.

Lamenta Pedro Nuño que la familia le pidiera adelgazar el peso de la biografía; dejar fuera algunos de los momentos más negros de la vida de Pedro, don Pedro. En especial las citas, contenidos y miserias a todos aquellos que le hicieron o procuraron daño. Para el biógrafo (y hasta para mí que he seguido en algún momento el estado de la obra) fueron situaciones decisivas que le impulsaron actuaciones o condicionaron su futuro. Para la familia, como le ocurría en vida a mi gran amigo Pedro, don Pedro, no merecían ni una línea, como así ha sido. Lo pasado, pasado está.

Están, descritos que viveza, todos los momentos claves de vida y obra; desde las mismas de Zarza al carrito de las maletas en Delicias; desde la escuela de Náutica de Barcelona a la Caja de Ahorros; desde el fallecimiento de su padre a su etapa de Gobernador Civil de Guadalajara; desde la Diputación de Alicante a las Cortes Generales; desde la flor del almendro a toda Europa hasta los lapones en Benidorm; desde “la tata” a aquella pancarta de “No volem atre alcalde”. No falta ni una bajada a la bodega de La Cambreta del Xano, ni una foto de Pedro, don Pedro, imbuido de dignidad festera en la filà “manta roja” de Cocentaina.

Eso sí, tampoco faltan momentos como aquellos en que se empecinó Pedro, don Pedro. Como el de traer el agua de Polop a Benidorm. Algunos se reían de su obstinación, más que de él. Cuando al final el agua llegó, recordó Quico, no se vanaglorió del hecho ante aquellos que nunca le creyeron. “Sólo” dejó marcado en piedra: “De ilusión también se vive”.




PD. 1.- Celebré ver en la sala a dos grandes amigos de don Pedro. A Salvador Moll Vives, que como pocos le conoció, y muy especialmente a Cecilio González Muñoz quien se tomó muy a pecho esta biografía –autorizada- de Pedro, don Pedro, y verlo allí en protocolo, tras la familia de Pedro, don Pedro, es un lógico reconocimiento a su entrega y cariño, aunque le pese al autor.

PD. 2.- Durante buena parte del trayecto final de esta empresa que ha sido el periplo de esta biografía, hasta ver unos folios transformados en un libro (que la gente compraba allí mismo) Pedro Nuño y Ana han vivido unos momentos difíciles con el quirófano. Ayer, oír a Pedro Nuño que unas horas antes todo había vuelto a salir bien es otra noticia positiva que añadir a ese estado de felicidad permanente ante la culminación de un gran proyecto: ver en la calle, negro sobre blanco, la biografía de Pedro Zaragoza Orts, don Pedro. Es que, amigo Nuño, “de ilusión también se vive





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