15 jun 2014

DE CUANDO UNO NO COMULGA CON RUEDAS DE MOLINO


Pepita Orozco
Foto: Mario Ayús
Como cada viernes de temporada (que también nos vamos de vacaciones) acudimos el último vienes 13 al Hotel Meliá Benidorm para nuestra tradicional tertulia “Los cafés del Meliá”. Ni imaginábamos cómo nos iba a vapulear Holanda horas después y nos atraía conocer más de nuestra invitada, lo que molesta -y perturba- en el Casco Antiguo e incluso lo del movimiento vecinal. Nuestra contertulia era Pepita Orozco, benidormera del 54, del carrer Sant Miquel, hija de benidormer y alfasina, con abuelos centrados en las tierras de la familia León y almazara propia; vamos, del terruño. Pepita ejerce de benidormerapata negra”.

Ya en 1991, cuando fue por primera vez (también lo fue en 1999) presidenta de la Asociación de Fiestas Virgen del Sugrafio -la de las Fiestas Mayores Patronales-, debatí con ella en Radio Benidorm sobre la casta de “fills de poble” (que ella representaba) y el resto del pueblo, los “forasters” (yo y otros como yo, entonces y ahora). No sé si pretendía -y pretende- preservar el ADN de los primeros, pero terminé señalandole -ya entonces- la división entre “aborígenes” benidormeros y gente que había venido (hemos venido) de más allá del cíngulo montañoso que rodea Benidorm y lo hace tan maravilloso. Nunca llegamos -ni jamás llegaremos- a entendernos. Me parece absolutamente xenófoba (por no escribir la palabra nazi; hale, ya está) esa discriminación. Lo mío, con el personaje, viene de lejos. Ya empecé, en su día (nada más llegar a Benidorm), por criticar que se le cambiara el nombre a la patrona: de Virgen del Naufragio a Virgen del Sufragio, y como nadie me da ni una nimia explicación medianamente inteligible -Sufragio en su concepción etimológica de ayuda y favor (el escape se lo brindo yo)- pues no lo acepto.

No obstante, le reconozco su mérito y su labor: alguien tiene que hacerla.

Se formó, como tantos otros niños de Benidorm, la contorná y más allá, en el Colegio de las Monjas (Hermanas de la Doctrina Cristiana) y en el Colegio Lope de Vega, “cuando de verdad era internacional” y allí convivió con otras formas de vida y estilos de alimentación. “Yo no pedía a mi madre otra cosa para desayunar que copos de avena”; es que sus compañera alemanas (en Benidorm vivían varias familias de origen alemán con pasado aledaño al NSDAP) desayunaban eso y eran muy altas.

Pepita cursó Magisterio en Valencia y marchó después a Zaragoza donde estudió Teología con las Hermanas de Santa Ana. Hoy es, además, miembro del Consejo Pastoral de San Jaime y Santa Ana, en Benidorm. Y también fue una de las primeras alumnas de Dolores Santadell en Benidorm: ballet y hasta llegó al Conservatorio de Valencia.

Su primera frase tertuliana fue de las que parece que se labran en el mármol: “No todo el mundo quiere Benidorm como lo quiero yo”. Premisa absolutamente desconcertante para abrir boca. ¿Qué sabe ella de cómo queremos los demás a Benidorm?, ¿qué se yo de cómo lo quiere ella?

A ello añadió lo de “el olvido de la memoria de lo que es Benidorm es lo peor”. Bueno, coincido en que “Es muy duro que un pueblo pierda la memoria”, pero no es achacable -mantengo y defiendo- a los forasters que un día llegamos a Benidorm a “arrebatarle” la identidad que ella propala; todo lo más, mantengo, un fallo garrafal que de los que presumen de ADN pata negra benidormero. Eso de foraster del poble de Benidorm lo llevo con inmenso orgullo; no quiero que me confundan con los de un ADN que no tengo. Nací en Alicante, me crié en Orihuela, estudié en Murcia y he recorrido media España en destinos profesionales.

Antes, la calle era nuestra”, señaló con tremendo pesar. Y yo me acordé de Fraga Iribarne, ministro de la Gobernación en 1976, con aquél “la calle es mía”; me dejó el mismo regusto en la boca. Las calles son de la ciudad y de sus ciudadanos, y estos las ordenan y gestionan a través del Ayuntamiento. Y son los ciudadanos, cada 4 años, los que ponen y deponen a sus gestores. La perversión del sistema, el olvido de los munícipes de sus cometidos, es lo que hace crecer la participación ciudadana ocupando el espacio de la inacción municipal.

Luego siguió con aquello de “nos hemos dejado invadir; primero fueron los vascos”. Estuve a punto de saltar. Sólo quien desconoce su Historia es capaz de cometer los mismos errores. Se refiere a la zona “vasca” de un Casco Antiguo/Tradicional que primero colonizaron los británicos… y antes se pretendió su andalucización.

Ella defiende el Casco Antiguo de Benidorm… que en todos los documentos urbanísticos de esta ciudad no aparece como tal, sino como Casco Tradicional. Ella -y otros muchos más-, con legítimo derecho, quiere seguir viviendo allí y el problema es que desde siempre hemos venido desestructurando ese trozo de Benidorm: “No quiero que el Casco Antiguo sea un parque temático de locales”; ni usted, ni nadie. Tal vez es que “ha llegado el momento de decir ¡Basta!”, defiende Pepita -y la apoyo-, como defiende el comercio tradicional y hasta los “bares tradicionales”: “¿dónde se puede comer salazón en un bar de Benidorm?” preguntó. Y sólo nos salieron dos bares en todo el pueblo… pero la salazón no es una seña de identidad autóctona local; lo es tanto como el pulpo seco y las huevas de sepia de todo el Levante mediterráneo.

Critica Pepita Orozco que “Benidorm no tiene proyecto global que contemple, incluso, las diferencias de barrios y zonas” -y no le falta razón- y que no haya “autoridad moral que sea capaz” de acometer la empresa -que no la hay-. Eso mismo lo llevamos manteniendo en la Tertulia desde hace cinco temporadas. Insiste Pepita Orozco en criticar que Benidorm “sólo se mueve en pos del Turismo y no del vecino”, que “hay poco interés en los detalles”, que “la invasión se puede ordenar”, que “hay que cumplir las ordenanza municipales” (¡faltaría más!; pero todos: Ayuntamiento y ¡¡vecinos!!), “la dejadez de la escena urbana” y hasta de lo de Facebook y el “no eres de Benidorm si…” que ha pasado ya coger un tono “chabacano” (no pronunció esa palabra, pero es que no entiendo lo que escribo a velocidad del rayo; no entiendo mi propia letra).

Como representante del movimiento vecinal señaló su “deseo de mejorar la vida de los vecinos” y criticó la “dejadez de la escena urbana” en general, al tiempo que urgía a “transformar Benidorm”, denunciando que hay un cierto “empacho de éxito” (turístico) y que “a los vecinos no se nos hace apenas caso” (y eso que hay un Consejo Vecinal con 25 asociaciones de vecinos) porque, dijo, “los vecinos son una minoría”. ¿? ¿Olvida que los vecinos son ciudadanos? No sé, me pierdo; me perdí de continuo.

Los vecinos tienen derecho a vivir en sus barrios; el Casco Antiguo/Tradicional de Benidorm es fruto de una supina dejadez -desde siempre- por lo que ha sido desestructurado y colonizado por el ocio en determinados tramos y calles. Es un enclave de la ciudad en que, mantiene Pepita Orozco, “no se han unificado criterios desde hace 15 años”. Yo diría que la última vez que se le miraron las tripas al barrio fue hace, eso, 15 años, y desde entonces, a un ritmo desenfrenado, ha ido perdiendo identidad y vitalidad urbana. Y eso ha sido problema de todos. El “nos tenemos que hacer una cura de humildad” no puede abarcarnos, querida Pepita, a todos…

Tú misma: cuando esgrimes el “No todo el mundo quiere Benidorm como lo quiero yo”, ¿te refieres a criterios -en magnitud- de cantidad o calidad?

Ah, defiende Pepita el valenciano/el valenià. Nada que objetar. Y, ¿por qué no la rotulación bilingüe? Es por evitar ese rótulo que asoma en algún lugar benidormer que dice “Roba amiga” que no es otra cosa que una organización que recoge ropa -Ropa amiga- pero que escrito sólo en valencià, para los que no son aborígenes -o doctos en la lengua de Eiximenis o Fuster- marca, al detectarla y leerla, una expresión de asombro en su cara; especialmente en la de las mujeres.




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