2 feb 2015

DE CUANDO EL ESCEPTICISMO GANA POSICIONES


Es de ayer, pero lo he leído hoy. Bjorn Lomborg ha vuelto al Wall Street Journal (Europe) a denunciar el alarmismo climático. Genial.




No es por nada, pero se “han columpiado” en ¡un 90%!



Y ante tamaña metedura de pata no veo a nadie rasgarse las vestiduras y pedir perdón por haberle metido el miedo en el cuerpo a la gente.



Se lamenta el que fuera ecologista escéptico que se obvien hechos como este y se volteen campanas antes otros cuya relevancia no está en consonancia con los resultados que se pretenden. Sí, dice Lomborg, “el hielo marino del Ártico se está derritiendo más rápido que los modelos esperados. Pero los modelos también predijeron que el hielo antártico disminuiría; sin embargo, va en aumento”. Y encima, va el nivel del mar… y no aumenta como habían pronosticado los modelos empleados. Dos estudios independientes avalan este no-crecimiento en los parámetros agobiantes que nos habían vendido: chinos y estadounidenses. Incluso otros estudios han tirado por tierra las previsiones sobre sequías con otro estudio (Universidad de California, Irvine).

En fin, que a los calentólogos no se salen las cuentas. Y no es que me alegre por ello (que debería, ojo), sino que lamento ese empreño que mantienen en meter el miedo en el cuerpo y nos alejan de actuaciones que sí son necesarias.

Incluso han fracasado hasta con la virulencia de los huracanes. Las últimas evidencias no apuntan a que hayan aumentado ni en número ni en fuerza, aunque lo que sí han aumentado son sus víctimas y destrozos a su paso por las zonas en que se vienen desarrollando desde siempre. Ahora, en proporción: los huracanes han disminuido muy ligeramente.

Antes de que acabara el año, lamenta Lomborg, en la COP peruana, se dijo a los abnegados asistentes “que sus países debían reducir sus emisiones de carbono para evitar futuros daños de las tormentas como el tifón Hagupit, que azotó Filipinas durante la conferencia”… cuando la evidencia es que el número de tifones que tocan tierra en Filipinas ha disminuido desde 1950 (en base a otro estudio). ¿Pero de qué van?; asustar por asustar, con la connivencia de la mayoría de los Mass Media.

Se nos dice que las cosas están peor que nunca, pero los hechos no apoyan esto
La verdadera cuestión es ayudar a los países más pobres; entonces, dejémonos de chorradas climáticas. El número de “muertes en el mundo por los desastres naturales (Base de Datos de la Universidad de Oxford afectados por sequías, inundaciones, temperaturas extremas y tormentas) en la primera mitad del siglo XX fue 13 muertes por cada 100.000 personas y en 2010 fue de 0’38 muertes por cada 100.000 personas”. Esto sólo se explica con una frase de la contundencia del mármol: “el desarrollo económico ayuda a las naciones a soportar catástrofes”. Pues consigamos esos desarrollos.

Lomborg lo resume con brillante claridad: “el cambio climático no es peor de lo que pensábamos”; ni por asomo. La situación que vivimos “no es un problema” y sí  que constituye un auténtico problemaesa narración de que el clima mundial está cambiando de mal en peor”.

Eso es, dice Lomborg, “alarmismo inútil”. Y ese alarmismo inútil, concluye, “nos impide centrarnos en soluciones inteligentes” a los problemas de desarrollo existentes.

Llevan 20 años bombardeándonos con titulares dramáticos e imágenes apocalípticas; dicen que buscaban concienciar”. Pero el caso es que “las emisiones de carbono siguen aumentando” y contra eso poco a nada se hace. Es que el desarrollo de China e India aún necesita quemar un poco más de carbono. Y el desarrollo africano también; y aún no se ha producido.

Luego está lo de vendernos mucho la burra de la energía limpia, porque cuenta la Agencia Internacional de la Energía que sólo el 15 % de la energía será renovable en 2035, y de ese 15%, el 11% será de biomasa, con lo que dejamos a eólica y fotovoltaica & Co. con un raquítico 4%.

Dicen que aún nos quedan dos décadas de investigación hasta obtener buenos rendimientos en esos dos campos (eólica y fotovoltaica; que la geotérmica ni se menta). Sí, la energía verde triunfará, pero poco a poco.

El clima tiene una variación natural y lo que sí se hace necesario es adaptarnos a un desarrollo lo más sostenible posible con el planeta. “Hay que hacer crecer también a las naciones más pobres del planeta”, recomienda Lomborg, y, principalmente, dejar de asustar con el clima.




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