3 ago 2015

DE LOS CIPOLINES


He visto el anuncio de Operación UNCLE y me he acordado inmediatamente (uno que ya es mayor) de El Agente de CIPOL… Sí, porque The Man from UNCLE en el área hispana se tradujo como El Agente de CIPOL… que chascaba cuando aparecían las letras en inglés (The-Man-from-UN-CLE) y la voz sudaca en of decía “El A-gen-te de CI-POL”: “el agente”, uno, cuando siempre eran dos en el lío.

Bueno, ver algún episodio de aquellos de El Agente de CIPOL, lo que se dice verlo, fue bastante difícil en su día; lo “echaban” por las noches… y siempre me mandaban a dormir o a estudiar. Pero remoloneaba un poco hasta que se imponía la “dialéctica de la zapatilla”… y me iba a mi cuarto con la esperanza de cumplir los 18 y poder ver alguna vez algún episodio. El caso es que cuando los cumplí, la serie había pasado a peor vida

Pasaba lo mismo con Los Vengadores y el bombín y el paraguas de John Steed (Patrick Macnee), que eran la escusa para intentar poder ver a Diana Rigg y sus largas y perfectas piernas que, como conté en elcincuentenario de la minifalda, me ponían un montón. Diana se embutía en aquél mono negro brillante y que para qué la nomenclatura de la IUPAC.

Bueno, a decir verdad sólo me dejaban ver “Viaje al fondo del mar” los sábados; creo que arrastro un trauma de series de TV. Ni siquiera “El gran Chaparral”. De “Escala en Hi-Fi” no pasé; y eso no era una serie, aunque unos actores dieran vida a los artistas.

Nada que intentaba yo de soslayo poder ver alguno de aquellos episodios donde Napoleón Solo e Illya Kuryakin, un georgiano (y Georgia era una de las repúblicas socialistas soviéticas de la URSS) que “iba con los buenos” (los yankees), eran de UNCLE (que visto con los ojos de hoy sonaba a Uncle Sam; y estaban en Nueva York y estábamos en plena guerra fría) y luchaban contra THRUSH (esto lo he leído ahora; entonces iban contra “los malos”) que abogaba por la “subyugación de la humanidad”; ¡qué cosas! Visionados hoy los viejos episodios, dicen muy poco; pero entonces eran interesantísimos. Lo juro. Y el Doctor Waverly hoy me parece un ridículo tocapelotas.

A mí me quedan recuerdos inconexos (por mi trauma, claro; ni siquiera me dejaban ver al orondo detective “Cannon” y su gran Continental), pero a todos nos queda un recuerdo material de “El Agente de CIPOL”; de aquellas aventuras contra el mal.

Cuando los agentes (de CIPOL) querían acceder a la sede (camuflada y a la que se accedía por una tintorería) tenían que echar mano de sus tarjetas identificativas ante la máquina torno de turno y acceder… y poco a poco comenzamos a ver, por doquier, tarjetas identificativas de ese tipo para acceder a empresas y entidades en España que pasamos a llamar, como no, CIPOLINES (aunque también se les llamó, despectivamente, “escapularios”).

De El Agente de CIPOL nos quedan aún hoy los cipolines.




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