27 ago 2016

DE LA INDUSTRIA DE LOS FORASTEROS (X)


El equipo de la Secretaria General de Turismo, porque le iba la vida en ello, no paraba de inventar cosas que tuvieran repercusión en los medios y le ayudaran a colocar el Turismo en la mente de todos los españoles; de los que mandaban y de los no . Uno de aquellos ‘inventos’ fue ‘el turista ¿? millones que sería recibido a bombo y platillo en el aeropuerto turístico de turno, según conviniera. En octubre de 1963 se daba la bienvenida a la pasajera 1 millón, en Madrid. Y ni te cuento lo de las mises… pero el ser el turista X millones era la repera.

Se seleccionaba el país de procedencia y el destino del momento; se buscaba una pasajera agraciada y se esperaba que los Medios de Comunicación hicieran el resto; y lo hacían. Como lo hacían con otro invento: el del “Día del Turista”, que en 1964 estaba ya generalizado. La prensa, la radio, las revistas y el cine apoyaron siempre al Turismo.


El equipo de Fraga trazó planes para que “los españoles fueran adquiriendo conciencia de su papel como diplomáticos de paisano” con los turistas. Y como se quería estar a bien con todos, se llegaron a cuestionar los toros y el piropo. Con los toros no hubo nada que hacer: los turistas acudían a las plazas. Pero con el piropo… con el piropo se reclamaba “cortesía”, evitando “la chulería y el chicoteo[1]”. A todos nos pueden venir a la cabeza ‘piropos 3R’ (para mayores, con reparos) y barbaridades patológicas de tipo caníbal.

Normas de 1953
Pero con la moral pública, principalmente con el traje de baño, la cosa se las trajo.

Más que nada, la cosa fue por la difusión en los tabloides británicos y en la prensa sensacionalista alemana que se hacían un eco impúdico de lo que aquí podía llegar a considerarse impúdico comportamiento del turista en cuestión (de la turista, principalmente): desde besarse en público (que sería por un calentón y no por el beso en sí) al traje de baño con menos centímetros cuadrados de los estrictamente aceptable para la trasnochada moralidad patria de la época.

Le leo a Pack que el marqués de Santa Cruz, José Fernández-Villaverde y Roca de Togores, embajador de España en Londres una pila de años, recibió una carta -21 de agosto de 1959; custodiada en el Archivo General de la Administración con referencia 77.02/6871- de la británica madre de una chica, modelo de ropa de baño (se especifica), en la que le comunicaba en tono de queja al señor embajador que ‘tras pasar 2 semanas en Benidorm’, “nadie se ha quejado sobre [mi hija] ni ninguna otra persona que llevara bikini en la playa” pero que ‘luego un guardia civil arrestó a la chica por vestir ese traje de baño’. ¿Un guardia civil en el casco urbano de Benidorm? La carta es consultable en Paseo de los Aguadores, 2, de Alcalá de Henares, sede del AGA… lo dejamos para otro día, por, también le leo a Pack, ‘un diario de Stuttgart, en 1963’ decía que por aquí, en España “todas las mujeres llevan bikini” y que “ni la Guardia Civil los reprime”. (“a bayoneta calada”; que la Benemérita impone incluso a orillas del río Neckar).

La cosa se las traía. La Ley de Ordenamiento Jurídico de la zona Marítimo-Terrestre, en su Anteproyecto de 1965, llegó a reconocer una “policía de moralidad, salubridad, urbanismo, ornato y buen gobierno de las playas y lugares de baño y esparcimiento”, pero en la práctica era la Policía Municipal del lugar la que actuaba a instancias de la directriz del Gobierno Civil de la provincia que atendía la norma del Ministerio del Interior… y sobre esto ya hemos tratado mucho en este blog. No se toleraban los bikinis en las calles y sí en las playas; hubo más de una circular sobre el “uso de prendas ligeras -¡qué estilo, para no mentar el dos piezas!- en la zona propiamente urbana de la zona balnearia y ciudadana normal”. En la página 223, Pack coloca una foto de chicas en bikini cuyo pie de foto dice: “A principios de la década de 1960, el bikini había conquistado ya a cinco de cada seis bañistas de la playa de Benidorm”.

Bikinis. Playa de Levante. Benidorm, 1963
Era lógico que el diario Ya, (ultra) católico, y el beaterio nacional protestara por la relajación de las costumbres. El sacerdote y teólogo Antonio Pildain, obispo de Canarias hasta 1966 (que había sido diputado entre 1931 y 1936) y que se declaraba un ‘intolerante doctrinal’, atacara el bikini: “se ha convertido en el símbolo del delito y la degeneración de la mujer de hoy”. Pero el bikini triunfó y la constelación de detractores no pasa de ser, hoy, un episodio más de Celtiberia Show (con permiso del maestro Carandell… que debiera ser de obligada lectura en 2º de Bachillerato).

Pack pone como ejemplo del impacto del bikini, el turismo y las suecas -y del concepto de la trasnochada estructura patria una película (señalando que la irrupción del bikini generó un auténtico subgénero cinematográfico) de Manolo Escobar: ‘Un beso en el puerto (de Alicante, y el resto en Benidorm) -¡Bienvenida, Dorothy!- donde “un joven del campo, llamado Manolo (icono de la masculinidad ibérica del momento), se va a Benidorm buscando trabajo y enseguida aprende a sacar partido a su papel de donjuán para seducir a las veraneantes nórdicas. Al final, Manolo encuentra la virtud en la vida familiar y no en ese ‘juego peligroso’ que practicaba en Benidorm”… que era exactamente lo mismo que ellas -las veraneantes nórdicas- practicaban aquí -“juego peligroso”- para volver a su país y encontrar la virtud en la vida familiar con un rubio compatriota que hasta habían podido conocer durante sus vacaciones en España. ¡País!

Portada del disco, BSO de "Un beso en el puerto". Manolo e Ingrid Pitt, por Poniente, con Benidorm al fondo
Ah, a Manolo ni mentarlo para “cosas malas”; Manolo era miembro de la Tertulia ‘Los cafés del Meliá’, tertuliano de pro y amante de Benidorm, donde sigue su carro y seguimos sus amigos.
Por cierto, el hispanista Justin Crumbraugh, en Destination Dictatorship: The Spectacle of Spain’s Tourist Boom and the Reinvention of Difference (SUNY Press 2009), cuenta exactamente lo mismo e ilustra con el mismo ejemplo que el libro de Pack. ¡Olé, Manolo!

Es que las costas, “caracterizadas por su cosmopolita anonimato, fueron la vanguardia de la liberalización que luego florecería en la España democrática”. Hasta los gays tenían puntos de encuentro en los destinos turísticos del litoral mientras ni en Madrid ni en la “obsesivamente modernista” Barcelona podía manifestarse más que en reducidísimos círculos.

El cúmulo de prejuicios no fue más que un ‘falso problema’ que se atajó con sentido común (que es el menos común de los sentidos y del que más adolecemos los españoles). Hasta la Iglesia Católica ‘Nacional’, tras el Concilio Vaticano II (1962-65) ofrecía “la oración del turista” y las misas “bilingües”. Pluralismo pragmático, el mismo que siempre empleo Fraga en esta etapa de la Historia de España.

Turismo y Cristianismo”, como lidiar este toro -aunque no se lo puedan creer hoy en día-, fue uno de los temas que con más enjundia analizó el IET. Arrillaga y sus expertos le deban una y otra vez la vuelta al calcetín intentando encontrar resquicio a favor de transigencia de todos como evidencia la serie de estudios y memorándums internos cursados… hasta que todo se diluyó. El turismo fue lo más europeizante que ha tenido España… y si se aburren, pues… la 1ª parte deeste NO&DO de agosto de 1964 que incluye El Misteri d’Elx







[1] Lanzar puyas malsonantes

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