11 oct 2016

DE CUANDO GRAN BRETAÑA ERA UNA PENÍNSULA DE EUROPA Y DEL PRIMER BREXIT… ALLÁ POR EL 6.000 aC.

Con esto de Brexit, el título de hoy puede llevarnos a engaño. Recientemente (06.08) he dejado caer mi opinión sobre el Brexit. Aquello fue una pincelada como periodista y la de hoy es un brochazo como geógrafo. Y sí, resulta que hubo un tiempo en que Gran Bretaña no era una isla; estaba unida al continente y era una península como lo podemos ser nosotros ahora mismo (una península -la Ibérica- de otra península -Europa- de la gran Eurasia). Pues ellos eran, entonces, otra península.

Y a lo que íbamos.

No va ser este de 2017 (o ya veremos cuando) el primer Brexit de los British. No estaban los de ahora (del UKIP) cuando se produjo el primer Brexit (6.000 aC) y en este caso que nos ocupa el cataclismo -un tsunami detrás de otro- vino antes. Veremos lo que nos viene ahora. Aún no han invocado el Artículo 50 y la libra va como va.

Y a lo que íbamos (que a ver si vamos).

Brexit, Brexit, mucho Brexit… pero pocos se acuerdan (los que lo hayan estudiado, claro; y de esos… pocos) de cuando la pérfida Albión era tierra sólida de la vieja Europa; de cuando estuvo unida a Holanda; cuando no era una isla.

Sí, vale que eso fue en el Mesolítico… y pregúntenle al hermano Lobo cuanto tiempo hace de eso. Auuuuuuuuhhhh!, les responderá. Pero por si no disponen de traductor lobo-castizo pónganse en que entre 10.000 y 8.000 años atrás; y desde ahí hasta 6.000 años atrás, el Neolítico y luego ya las Edades de los metales… hasta la del Hierro que nos viene a terminar en 200 aC.

Pues bien, Mesolítico en curso, esa gran área de unión que les cuento, hoy mar, que conectaba Gran Bretaña con Dinamarca, norte de Alemania y los Países Bajos la llamamos (arqueólogos, geólogos, historiadores y geógrafos) Doggerland y todo parece indicar -hoy está bajo el agua- que fue un territorio rico en fauna y flora y que estuvo poblado por culturas mesolíticas. Vamos, humanos pateando el territorio, cazando con lo que fuera y desollando las capturas con piezas de sílex.
La doctora Bryony Coles, de la Universidad de Exeter le ha dedicado toda su vida a ello y ha puesto los puntos sobre las ies en este tema.    

Un gradual aumento del nivel del mar y una sucesión de tsunamis, como los generados por el Corrimiento de Storegga (6.200 aC), generaron un catastrófico impacto sobre vida, flora y fauna… Vamos que terminó todo inundado y casi, casi, tal y como nos lo encontramos hoy en día: el Mar del Norte. Hacia el 6.000 aC. es cuando Gran Bretaña “se aísla en su insularidad”, porque hasta entonces era parte de la masa continental europea.


Ahora mismo hay quien llama a Doggerland -pura envidia (siempre quieren ser como nosotros)- la “Atlántida” británica. Y, la verdad sea dicha, tienen ellos más posibilidades de dar con algo así -allí abajo (en el fondo del Mar del Norte)- que nosotros de darnos de bruces por Doñana con la Atlántida que relató Platón (427-347 aC.). Y si una catástrofe hizo entonces desaparecer la Atlántida “española” (estaba más allá de las columnas de Hércules, dijo Patón… y verde y con asa: ¡alcarraza!), otra caTtástrofe, en este caso hasta muy bien documentada, hizo desaparecer la “Atlántida” británica. Jo, ¡qué chasco!

El “Banco Dogger”, una zona arenosa por el centro del Mar del Norte, excelente banco de pesca, llegó a ser una isla emergida cuando Doggerland empezó a ser inundado por las aguas. El banco “sólo” está ahora a treinta y pocos metros de profundidad… y el resto de la gran zona tiene una profundidad media de 50 metros. Mosqueante.

En su conjunto, el Mar del Norte tiene una profundidad media de 95 metros, lo que para un mar de 750.000 km2 es como tener un palmo de agua en la bañera de casa. Sí, hacer pie es complicado, pero es como un mar de Regional Preferente, grupo B, en esto de la liga de los mares y las profundidades marinas. Para que se vaya haciendo una idea sepa que la profundidad media del Mediterráneo es de 1.500 metros (y la máxima es de 5.121 metros en Matapan, Grecia). Vamos, que en el Mar del Norte cubre, pero poco. Por eso hay tanta plataforma petrolífera. Bueno, por eso y por muchas más cosas; entre ellas petróleo y gas.

Imagínense cómo sería aquello de Doggerland: el Támesis era prácticamente un afluente del Rin alemán. Tributaba casi al final, pero tributaba.

Bueno, si se esperan un poco hasta podremos ver cómo fue todo aquello porque desde hace justamente un año, la Universidad de Bradford trabaja en un proyecto de digitalización 3D de cómo fue Doggerland. Pero ahora mismo, en el Centro de Tecnología Visual y Espacial IBM de la universidad de Birmingham, se puede consultar una digitalización (simple pero ilustrativa) del paisaje sumergido que, para darse una idea, vale.

Esto de Doggerland no es nuevo; alguno se enterará ahora (incluso los del Brexit), pero huela a alcanfor. Desde 1931 se viene resaltando en los tabloides de por allí y en los canales científicos de allí y de allá, la cantidad de hallazgos submarinos que produce el área: que si entre las redes de los pescadores sube un arpón de hueso, que si un pedernal paleolítico, que si un colmillo grande, que si un hueso extraño que resulta ser de un rinoceronte lanudo, que si una mandíbula humana (1985)… Si, vale, tiramos mucha porquería al mar pero con la prueba del C14 en ristre (y hasta Potasio40/Argon 40) resulta que la mandibulita tenía 9.500 años de antigüedad… y se la achaca a un individuo paleolítico que debió vivir allí mismo, cuando Doggerland no estaba bajo treinta metros de fría agua del Mar del Norte.

Terrible.

Jean Deruelle publicó en 1999 “L’Atlantide des Mégalithes” (France Empire; ISBN-13: 978-2704808816) y me sitúa la Atlántida de Platón en Doggerland… tan lejos de las bodegas de Sanlúcar de Barrameda que casi me da algo. Deruelle, ingeniero y geólogo, le da un aire cínico-cómico a su relato. Pero le cuadra la cosa de la Atlántida por allí, cuando Gran Bretaña sólo era una península de Europa. Menos mal que ya hubo un Brexit.




No hay comentarios:

Publicar un comentario