21 abr 2017

DEL COMPORTAMIENTO DE LAS LADERAS. A PROPÓSITO DE MANIZALES


La tragedia deManizales (Colombia), ciudad hermanada con Benidorm, me ha vuelto a traer uno de mis obsesiones como geógrafo: las laderas. La falta de atención a las laderas. Es un problema a nivel mundial.


Vista parcial de Manizales (El Espectador, Colombia)

Un llano, tiene pase; pero en cuanto hay un plano inclinado, por poco inclinado que esté… la cosa, ya saben, tiende a caer. Parece mentira que ni nos demos cuenta, ni prestemos más atención al tema. Pero si es que protestamos en cuanto una mesa “está coja”, pero nos importa una higa cuando estamos ante un desnivel donde la estabilidad del mismo debe ser primordial. Y no te digo cuando estamos ante ese desnivel y un asentamiento humano que tiene como espada de Damocles una inestable ladera, una pendiente, un desnivel.

Cuando esquiaba, aunque soy más de cafetería que de coger el remonte, me obsesionaba con las pistas, el desnivel y la nieve no consolidada, que tiende a caer. Y cuando se ven los efectos de una avalancha, ni te cuento el descalabro por la suma de masas y energías.

Las laderas tienen eso. Y su estabilidad es fundamental.

Y a lo que íbamos. De Manizales sé, lo que se; no más. Estuve en un tris de asistir este año a la reunión de la VII Semana de Normas Verdes en esa ciudad (#ICT4SDG) y, de paso, ser testigo de la inauguración de la Plaza de Benidorm. Mi colega Jaime Esquembre estuvo allí; y bien que reportó. En los días previos, me documenté a fondo -como no podía ser de otra forma, geógrafo y periodista- y me encontré con que “Manizales y Villamaría están ubicadas en una zona de alto riesgo sísmico y geotécnico, específicamente las laderas superiores que resultan inestables y aparecen afectadas con actividades antrópicas intensas. Este es el medio ambiente del trópico andino, donde el clima y la particular circunstancia de los suelos residuales le imponen condiciones a cualquier proyecto de desarrollo urbano…[1]

Conozco varios países centro y sudamericanos; he trabajado ponencias para varios congresos y he visitado algunos de ellos. Y he visto la desatención a las laderas.

Además, en Manizales, por su geografía, flujos y deslizamientos de materiales no consolidados están a la orden del día allí y son muchos y reiterados los episodios catastróficos vividos (… 1987, 1994, 2003, 2007…). Manizales es una ciudad en laderas y las recomendaciones siempre han apuntado a “facilitar los procesos de estabilización del territorio ocupado” con el problema de que las laderas se ocupan a ritmo más rápido que las estructuras del municipalismo pueden estabilizar. La presión urbana, gracias al éxito del Eje Cafetero, urgían “la elaboración de planes maestros el uso adecuado del suelo y el agua para afianzar el buen comportamiento de las laderas”. Y las cosas de Palacio siempre van, pero van despacio a uno y otro lado del Atlántico.



No se me entienda esto como una crítica (que tiene su parte), pero es que debemos prestar mucha más atención al paisaje donde estamos. Y por paisaje hemos de entender, desde el punto de vista geográfico, lo que es el objeto de estudio primordial de la Geografía. Así, se entiende por paisaje “cualquier área de la superficie terrestre producto de la interacción de los diferentes factores presentes en ella y que tienen un reflejo visual en el espacio”. El paisaje geográfico es el aspecto que presenta el espacio geográfico en que vivimos.

Manizales, como Lorca (Murcia, España) -por ejemplo, que cuando el terremoto ya tuvo sus post-, están sobre estructuras muy falladas. Mírese la palma de la mano: tantas líneas verá en ellas, y casi con la misma forma, que fallas activas hay en el subsuelo de Manizales. Vale, cuando llegó el primero a posar allí sus reales no miró (ni se estilaba) lo que había debajo de sus pies, pero después de tanto susto y de que ejercemos mucha más presión sobre el medio (por ser cada vez más), ¿qué menos que prestar atención al comportamiento de espacio geográfico y su interacción con nosotros mismos? Y, de paso, poner remedio.

Así, luego llega el más pintao y te suelta lo de los efectos del cambio climático. Y hay quien le escucha. Pero es que puede que ahora llueva menos (o mucho más), pero lo que pasa es que estamos ocupando un terreno expuesto y que antes pasaba lo mismo, pero como no estábamos allí pues no lo sufríamos. Ahora estamos, y bien que lo padecemos. Los taludes, las laderas, presentan comportamientos variables en función del comportamiento de los drenajes del suelo y…

Y Manizales está bien documentado. Por eso duele más la tragedia y nos demuestra que el no existe. Allí existen infinidad de estudios académicos y un Plan de Ordenación con diagnóstico integral del territorio, que no en todas partes cuentan con uno igual, incluso en Europa y América del Norte. Y bien detectados que quedan los estratos de areniscas,  los cuerpos gabroicos, los sedimentos volcagénicos y los depósitos fluviovolcánicos; los domos, los depósitos de escombros y las zonas de caídas piroclásticas (vulcanismo de la zona). El marco estructural de Manizales es muy complejo; y el marco tectónico local es un campo de fallas. Además, el 46% del casco urbano tiene ya de por sí una pendiente de entre 15 y 30º; el 13’21 % está entre 30 y 45º; que el resto está por encima… y son tenidos en cuenta los deslizamientos rotacionales (sobre depósitos de piroclastos) y los deslizamientos traslaciones (sobre depósitos de cenizas); y los derrumbes en zonas de más de 35º de talud (por erosión diferencial); y los flujos de lodos; incluso los casos de reptación, el lento movimiento de materiales no consolidados sobre la pendiente. Las zonas amenazadas se conocen. Si el problema es convivir con la posible tragedia y que esta llegue.

Ahora mimo el problema no es saber lo que tenemos bajo los pies; el problema es procurar que los ciudadanos no tengan que enfrentarse a la catástrofe: prevenir. Consolidar terrenos y plantear donde los riesgos son asumibles, porque el no existe. La Universidad de Caldas y la propia municipalidad tienen la cuestión científica analizada; el problema es que a pesar de estudiar el comportamiento del territorio, porque hay gente viviendo sobre el mismo, te encuentres con estos sucesos que tienes tan bien estudiados que pueden ocurrir. Y ocurren

Y como siempre: despreciamos la importancia de las laderas, de los taludes.








[1] Geomecánica de las laderas de Manizales; Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales, 207

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