15 oct 2017

A FAVOR DEL TELEFERICO DE SIERRA HELADA




El jueves 19 de octubre se va a presentar el proyecto más emblemático de los últimos treinta años en Benidorm: el Teleférico y Mirador de Sierra Helada. Supe de la iniciativa a través del promotor, Antonio Manuel Puchades, y he seguido el proceso, que ha sido largo -pues hay que tocar muchas teclas y más aldabas de puertas institucionales-, hasta que por fin sabemos que se va a presentar en sociedad.


Me enamoró desde que conocí el proyecto porque recuperará urbanísticamente una parte de Benidorm que ahora mismo, por lo que sea, está abandonada y, además, dotará a Benidorm de un singular atractivo que posibilitará una puesta en valor de los atractivos de un sector de Sierra Helada que ahora mismo sólo son posible a vuelo de dron, vista de pájaro, o deambular litoral en barco.

He tenido la oportunidad de salir a contarlo a través desde estas páginas pero había preferido que fuera la ilusión del señor Puchades la primera en darlo a conocer. Lleva mucho tiempo trabajando en este proyecto y viviéndolo en primera persona con total intensidad y máxima ilusión. Debía esperar mi turno. Pero héteme aquí que ahora me encuentro con un estertor -no se puede calificar de movimiento- que, de entrada, dice NO al proyecto; unos cuantos en redes sociales. Y lo más que pueden saber del proyecto es lo referido, sucintamente, en algunos Medios de Comunicación. Pero ¿cómo se atreven a decir que no sin conocer el alcance y la repercusión?; ¿Qué saben del proyecto? He leído tanta sandez en las últimas cuarenta y ocho horas que me hierve la sangre y me impulsa este Post.

Sí, resulta que los del NO “denuncian” el impacto ambiental que produciría. Hombre, impacto… Impacto, impacto… ¡¡Implicación paisajística!!

Las implicaciones paisajísticas serían evidentes y puntuales, pero el impacto… Vale: tirando de matriz y para el lugar escogido, lo podríamos encontrar -plantilla en mano- en la vegetación, la fauna, los hábitats naturales, la geología, la geomorfología y la hidrología. Ustedes mismos. Échenle un ojo a esa zona de Sierra Helada y me anotan lo de vegetación, fauna, hábitat natural, geología, geomorfología e hidrología… me tiran una raya y suman.

En fin, que todos los posibles males referidos a la estación base, el mirador y las torres me caben en una hoja de papel de fumar.

Pero ¿por qué no ponemos también los beneficios que pudiera llegar a reportar?

Sí, en ese capítulo también entran cosas.

En el colmo de maldades, también estaríamos en la sustitución de los usos del suelo en muy concretos puntos y, como mucho en los impactos de funcionamiento y producción de residuos.

Pongan cada cosa en el platillo, correspondiente, de la balanza y, en conciencia pesemos y pensemos. Ah, resulta que pensar es el problema. ¡Pues claro!

De momento, a bote pronto, solucionamos urbanísticamente el desaguisado del entronque final entre la Playa de Levante y Sierra Helada, que a partir del acceso al Hotel Nadal es un baldón a la imagen de Benidorm hasta el bananero embarcadero y más allá. A partir de ahí, conferimos entidad a la zona, creamos un nuevo atractivo y coronamos el proyecto con un mirador al estilo de los más modernos donde el cristal sobre el vacío del acantilado hasta el mar le conferirá un plus a Benidorm.

Sólo con responder a la pregunta del folleto está todo dicho.


La propuesta integra Sierra Helada en la trama urbana; y eso es una asignatura pendiente desde siempre. Y podemos colocarnos, con un referente puntero más, en una órbita superior del turismo.

El proyecto es, cuando menos, ilusionante. Y veo muy bien que haya ciudadanos que se preocupen por el impacto ambiental… pero: ¿por qué no se preocupan también por el impacto urbano?, ¿por el impacto social?, ¿por el impacto turístico? Los municipios turísticos vivimos de mantener esa imagen posicionada de atractivos. Vendemos algo tan etéreo como la felicidad que necesita unas bases firmemente ancladas a la realidad paisajística y urbana de donde se asienta, de donde se disfruta el producto.

El teleférico de Sierra Helada significará un hito turístico. Sus impactos no serán significativos y en todo caso resultarán compatibles con el medio en el que se asienta. La sensibilidad del promotor de la idea debe ser también tenida en cuenta: es aval y garantía por y para Benidorm.

Y no es la primera vez que se efectúan proyectos para esta zona, pero este tiene ahora mismo la bondad de la idoneidad. Es un revulsivo de ilusión.

También nace con la proa puesta por algún miembro de la Administración autonómica que se marcó en su día que “sería difícil de encajar en las normativas de los parques naturales…”… La legislación no debería ser un problema porque los más famosos teleféricos del mundo están en el Parque Nacional de Banff (Canadá), del Parque Nacional Chicamocha (Colombia), en el Parque Nacional de Berchtesgarden (Alemania)…. En el Parque Nacional del Teide, en el Parque Natural de Cabárceno…

En fin, que hay muchos tonos de verde y muchos bordes… que limar.








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