4 ene 2018

A PROPÓSITO DE LAS CABALGATAS DE REYES...




De lo que fue una representación teatral -La Adoración de los Magos- a lo que vienen siendo las Cabalgatas de Reyes Magos hay un trecho que, en los últimos años, en cuanto se acerca la fecha -5 de enero, porque el 6 es el Día de Reyes- se desboca el capítulo de noticias surgidas en torno a ellas.

Siempre hay quien quiere añadir un mamarracho al tema intentando dar su brochazo de color nauseabundo olvidando que más allá de una supuesta tradición religiosa (asumida sólo por ellos) es un elemento festivo donde implicamos la ilusión de los niños; su ingenuidad.

Bastante es ya que con el pretexto que no queda tiempo material para jugar con los juguetes (los niños vuelven al colegio en 24/48 horas tras el Día de Reyes), en vez de revivir la mágica ilusión de la noche del 5 de enero aparezcan estos bajo el árbol de Navidad el 25 de diciembre y sean cosa de Papá Noel.

Vale. Hay que acabar con cualquier atisbo de tradiciones cristianas. Aquí las gastamos así. Ya tenemos todo tipo de manifestaciones laicas ocupando -tal vez intentando ocupar- el lugar de estas con el beneplácito pusilánime de muchos y la pasividad de otros.

Ya dediqué un post a la duodécima noche de la Navidad. Ahora, pretendo, dar mi explicación sobre el concepto para evidenciar, lo confieso, que no sobra un Darth Vader que anime la ilusión de un niño y está de más un ciudadano que en nombre de un colectivo quiere evidenciar la normalidad de su condición. No pega ni con cola, aunque traiga cola.

Las “Cabalgatas de Reyes” surgieron, en esencia, para recolectar juguetes con los que llevar la ilusión a los niños más necesitados: “juguetes para aguinaldos”, era el lema que las inspiró. Tenía un carácter benéfico en el primer tercio del XIX y tras conseguir los regalos, los repartían en instituciones de caridad.

Y para sumarme a la corriente anticlerical -la moda es la moda y hay que estar a la moda- diré que fue la Iglesia la que cortó la costumbre del aguinaldo (que viene del francés) en la Edad Media. La costumbre consistía en regalar muérdago -o acebo-  por el año nuevo: “A gui l’an neuf Aguinaldo (bien en Navidad, bien en Año Nuevo). Y del muérdago, panacea curativa y contra males de los espíritus, pasamos a otro tipo de presentes hasta llegar al juguete.

Sí, ya sé que por estos pagos la costumbre es dar “les estrenes”; que viene a ser lo mismo. Vienen de los strenae de tiempos de Roma… y de cuando los romanos iban a coger verbenas al bosque sagrado por el año nuevo y Strenia era la diosa de la Salud que alagada por la visita les otorgaba divina protección.

Cumplido con la progresía vuelvo a la tradición cristiana de los Magos de Oriente y sus regalos y presentes al niño Dios que, a imagen de aquello, reiteramos con los nuestros… y que ya alcanza a todos.

En Reyes, aguinaldos (regalos) para todos. Y de los dulces, juguetillos y unas pocas monedas hemos pasado a juguetes, joyas, perfumes y todo tipo de regalos. Ya puesto, como “la tradición” era oro, incienso y mirra… mira por donde tenemos materia de debate.

En esto de la Cabalgata de Reyes parece que Barcelona destacó en la iniciativa (1855) con la organización del evento: llegada de SSMM por mar al Moll de Fusta y recorrido por las calles (1879) cuando el empresario Miguel Escuder, leo en Historias Matritenses, “organizó una cabalgata benéfica para entregar el aguinaldo a los niños de ambos sexos de la Casa de la Caridad”. Ese es el origen allí, aquí y en toda España: aguinaldos de beneficencia.

En Madrid hay alguna referencia anterior (1844) de gentes con escalas subiendo por ventanas a recoger (más que a entregar), pero son mayores las referencias a las trifulcas, descontrol y paradas en tabernas de los mozos -de caras tiznadas- que acompañaban el desfile. Subían a por los aguinaldos comprometidos a las casas, con lo que se retrasaba la marcha… que se complicaba con las visitas a las tabernas. Ricardo Márquez saca a la palestra una canción de la época sobre aquellos que iban al encuentro de sus Majestades en aquellas caóticas cabalgatas: “expuestos a mil estragos, cruzan calles y plazas, pero hallaron calabazas, en vez de a los Reyes Magos”.
Grabado de principios del XX - "A esperar los reyes" - Serie "Costumbres españolas"


La de Alcoy, que pasa por la más antigua de España; ininterrumpidamente desde 1885, previamente documentada (1866), como particularidad, recuerdo, el rey negro -Baltasar- sale en segunda posición… ya no es el Melchor, Gaspar y Baltasar de mi niñez.

Y volviendo a los orígenes, que marcan la tradición, aquellas “cabalgatas” del XIX eran excusa de juerguistas y comparsas que con un pretexto benéfico hacia los niños más necesitados se montaban una fiestecita. Y los colectivos laborales de más precaria situación se liaban la manta a la cabeza y con dos chatos de vino se montaban una fiesta sonada… y se pasaba el frío de enero. Pero la base argumental siempre fueron los niños. De 1882 es la reseña en prensa: “1.621 chiquitines de los asilos recibieron ayer alegremente sus aguinaldos de juguetes”. Ese era el espíritu de la Cabalgata de Reyes: los niños y sus aguinaldos.

Ateneos, Casinos, Sociedades y el empeño de particulares -empresarios rumbosos- podemos considerarlos como responsables de lo que hoy llamamos “tradición” y que no es otra que iluminar la espera de los niños, pendientes del despertar del día 6, para jugar. Y el espíritu de beneficencia fue el que inspiró los primeros pasos que hoy están más que superados, aunque la visita a Hospitales perdura desde los inicios, en el XIX. Asilos, hospitales, inclusas, Casas de Beneficencia…

La vistosidad de las Cabalgatas de Reyes, hay quien dice, arrancó en Madrid en 1928 cuando el Circo Price se sumó a la que allí se organizaba con sus payasos. El objetivo era -y es- la ilusión de los niños; y sí, hubo payasos buscando la ilusión y la sonrisa de los más pequeños; “de las tiernas criaturas” que decían las crónicas.

Ese era y es el objetivo. Y todo lo que vaya en ese sentido será bienvenido. Y lo que no, dictado por la razón, un sinsentido.

Que en la Cabalgata aparezcan animales que por lo general los niños urbanitas no ven con asiduidad, que integre elementos de culturas diferentes, que sume personajes extraordinarios o insólitos, que encaje cuestiones imposibles o personajes Disney no da posible cabida en ellas a cuestiones que en nada tienen que ver con el universo infantil al cuál va dedicada.

Nunca ha habido en la cabalgata de Reyes mensaje evangélico. Por lo tanto, olvidemos el espíritu de confrontación con la religión y no compliquemos la ilusión de los críos.










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