15 may 2018

DE UN CAFÉ POR LOS BALCANES.... (y II)




Como decíamos ayer…

La llegada de Mijaíl Gorbachov (1985) con sus reformas (Perestroika) y liberalización política (Glásnost) pusieron en solfa los Balcanes, pero cada país siguió un derrotero.

Bulgaria, el de más placentera transición, lo tuvo más sencillo (que no fácil). El fracaso del Plan Cuatrienal (1981-1985) se llevó a Zhikov a Moscú y la Unión de Fuerzas Democráticas democratizó el sistema comunista (1990) consiguiendo una nueva Constitución (1991) y una serie de políticas que la han llevado a la OTAN (2004) y a la UE (2007); y apunta maneras en Turismo. El ala moderada del Partido Comunista tuteló una buena transición.

Los demás países, tuvieron sus más y sus menos: desde conflictos a guerras.

Entre los de conflictos, los casos de Grecia y Albania.

Los griegos se marcaron una alternancia de socialistas y conservadores que para evitar las punzadas comunistas. Tal fue el fracaso de la alternancia que estando el país hecho unos zorros se le admitió en el Mercado Común Europeo (1981). Y como no se arregló nada en aquel pozo sin fondo, la crisis de 2007 le sacó todas sus miserias a flote y la UE lo ha tenido que amparar en todo. Ahora manda por allí una coalición de izquierda radical -SYRIZA- y Alexis Tsipras se dedica a ir a La Habana a homenajear a Castro. ¡Cojonudo!

Los albanos, a la muerte de Hoxa y con China por norte, se encomendaron a flotar en un mar de colapsos en lo económico y social. Salían en barcos en plan refugiados en una crisis sin precedentes que Alemania intentó parar y como la mayoría musulmana tenía problemas tuvo que intervenir la ONU con una fuerza de Protección. Ahora, a lo suyo, le llaman “economía de transición”. Si no hay problemas, saldrá adelante renqueante.

Entre los países que salieron adelante tras días de guerras, los demás. De menos a más, comenzaremos con Macedonia y Rumanía y seguiremos con la ex Yugoslavia.

Macedonia se declara independiente en 1991. No pasa nada. Su irrelevante posición económica y su escasa población no representaban peligro para ninguna de las partes. No obstante, la minoría albanesa exigió la intervención de la ONU (1993-1999) para desarmar a los guerrilleros pro-serbios. Ahora mismo, la economía macedonia la dirige la Agencia Europea de Reconstrucción y desde 2004 está en negociaciones para integrarse en la UE.

En Rumanía, Ceaucescu no supo digerir el empacho de la transición y hasta se le rebeló el Ejército. Terminó malamente ejecutado (diciembre de 1989) y el Frente de Salvación Nacional de Ion Iliescu, no sin un titánico esfuerzo de la población, emuló a Bulgaria. Rizando el rizo “del cambio” Rumanía estuvo hasta en la Guerra de Irak con la colación de Aliados. Todo sea por que me llamen europeo.

Eslovenia fue la mejor parada. Ser costanera del Adriático y fronteriza con Italia tuvo sus ventajas. El comunista Milan Kikan estuvo hábil, aprovechó el momento serbio y tras una guerra de diez días se aisló del problema balcánico con el firme apoyo de Alemania. Hoy es miembro de la OTAN, de la UE y hasta de la OCDE. Era, antes que todo, el territorio más desarrollado de aquella federación Yugoslava, el más europeo occidental, y al que mejor le ha ido; incluso mejor que a Bulgaria.

El resto, los demás, lo tuvieron duro; muy duro. El actor principal de la descomposición de Yugoslavia fue el serbio Slobodan Milosevic, primer presidente electo de Serbia. La segunda Yugoslavia terminó por dividirse en seis naciones: Eslovenia (fácil), Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y Serbia; y aún aparecerán dos territorios más desgajados como son Kosovo y Metohija.


Croacia sufrió una de las guerras civiles más crueles del siglo XX (1991-95). Allí pasó de todo. A principios del 95 el ejército croata recuperó los territorios que suponía suyos y en Dayton (Ohio, USA) y París se los bendijeron. Esfuerzo y abnegación llevaron a las primeras elecciones democráticas en 2000 y a un modelo de convivencia que tiene a Croacia en la UE desde 2013 y compitiendo en Turismo con una fantástica costa dálmata.


Bosnia-Herzegovina siempre fue el avispero principal. Casi la mitad de la población bosniaca es musulmana; los serbobosnios ortodoxos superan el 30% y el 15% lo componen bosnio-croatas católicos. Tres etnias, tres religiones; he aquí el gran problema bien aderezado de vinagre nacionalista. En medio del lío, en 1992, Bosnia dice que también es independiente; faltaría más. Claro, se montó una que no veas y en la que le dieron por los dos lados a los musulmanes de por allí. Fue de tal calibre el despiporre contra los civiles musulmanes que la ONU creó la UNPROFOR. Es que el choque de egos de nacionalistas de tronío como los de Milosevic (Serbia), Tudjman (Croacia) e Izetbegovic (Bosnia) -no nos olvidemos de los bosnios- degeneró en un conflicto bélico inmisericorde donde masacrar civiles fue deporte hasta para la OTAN. Eso sí, nosotros somos más guais y creamos el TPIY, el Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia, para juzgar desmanes (de unos más que de otros). Alguno, y no miro a nadie -pero no tiene costa-, se pasó varios pueblos por el forro… Nunca mejor descrito.

Volvemos a Dayton (1995) con el final de la guerra donde salieron derrotados los serbios. Aún estamos aclarando los 250.000 muertos y lo de los dos millones y medio de refugiados forzosos. En 2015 abandonó aquel territorio el último soldado español: 23 años de patrullar y escoltar convoyes con un saldo de 22 soldados españoles muertos y un intérprete bosnio. Y ahí no termina la cosa: 11 soldados más cayeron en Kosovo, a dónde ahora llegaremos. Bosnia es hoy un territorio tutelado por el Consejo de la UE. Por el momento, no existe una fecha prevista para el fin del protectorado europeo sobre el mismo para que Bosnia y Herzegovina recuperen su plena soberanía. 


Kosovo es, aún, “más peor”. La abolición de la independencia de Kosovo y el que los serbios de la Krajina croata declararan la independencia de Croacia llevó al conflicto bélico de junio de 1991 donde, como dije, Eslovenia se independizó sin muchos líos, y Croacia, también; pero con muchos más. En Kosovo, la etnia albanesa era -y es- mayoritaria y aunque el territorio se declaró independiente en 2008 resulta que Serbia la consideraba como una provincia autónoma. También tuvo Kosovo su guerra (1996-99). Y al finalizar esta, el gobierno de la región quedó en manos de la OTAN y de la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo por mandato del Consejo de Seguridad. Aun así, resulta que 111 de los 193 estados miembros de la ONU lo reconocen con República independiente. España, sin embargo, no. El argumento, de máxima actualidad: una decisión unilateral de independencia contraviene el Derecho Internacional. Además, para España, la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad (10.06.1999) está vigente y en ella están las fronteras y la integridad territorial.

Ya vamos acabando. Serbia para el final. Estuvo en todos los líos desde el 91; se le iban desgajando territorios de la otrora gran Yugoslavia -incluso del Reino de los Serbios, Croatas y Eslavos- y eso, perder, no lo llevaban en el ADN. Las conversaciones de Paz de Rambouillet no llevaron la paz. Los serbios, altivos, se mantenían en sus trece y la OTAN recurrió a los bombardeos de 1999 (de marzo a julio) que trajeron los “daños colaterales”: del orden de 3.000 muertos y 10.000 heridos. Bombardea, que algo queda.

En septiembre de 2000, las protestas callejeras de un país en bancarrota llevaron a que Milosevic cediera el poder a los políticos reformistas. En 2001 el TPIY pidió su detención. Hubo sus más y sus menos, pero Milosevic fue entregado -se pactó su entrega en Belgrado- y trasladado a La Haya donde debía ser juzgado por crímenes de guerra y genocidio. Fue encontrado muerto en su celda (2006), en extrañas circunstancias, y en 2016… fue exonerado. ¿A que esto no se lo esperaban?

No fue el caso de otros líderes implicados en lo de Bosnia, que fue terrible. Ahí están los casos de los serbobosnios Karadzic (40 años por Srebrenica y Sarajevo) y Mladic (a perpetuidad), o el del bosnio-croata Praljak, que se suicidó en directo mientras escuchaba una sentencia a 20 años de prisión en noviembre del año pasado. A todos les dio por lo mismo.

En Serbia ha habido muchos ramalazos. El artífice de la caía de Milosevic y del acercamiento a Europa occidental, Zoran Dindic, fue asesinado en 2003 siendo presidente. Después de esto, tras una etapa convulsa, a partir de 2006, Serbia parece recuperada en su estabilidad social y económica; ha normalizado relaciones en Europa y aunque inmersa en los problemas del día a día, intenta incorporarse a la UE. Sólo ha conseguido cerrar 2 de los 34 capítulos que constituyen la fase; pero en ello está. Tiene de plazo hasta junio de 2018 y la economía está durilla.

Sacar a uno de estos países de su entorno, como pretendía alguien el viernes 12 en la Tertulia “Los cafés del Meliá” es dejarnos sin visión de conjunto. Mirar desde los montes Balkan es mucho más eficiente. Hablamos de los Balcanes.








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